21 abril 2009

.. en el sueño de esta noche

En el escenario la cantante era un folklórica tipo Rocío Jurado, con cierto aspecto masculino, en el patio de butacas un hombre, ligeramente afeminado, comentaba, daba réplica, iniciaba o finalizaba las canciones. Yo estaba en la última fila, mi madre a mi derecha, junto a la puerta de salida, abierta de manera que proyectaba un haz de luz y un ligero bullicio de barrio. Baja la cantante y continua el espectáculo mezclada con el público, quizá incluso ya eran solo uno, ella y él. Se acerca y me dice “tú eres noble” y pienso: lo adivinó en el rostro de mi madre, que lo es.

Salgo a la calle, un niño juega en la acera, me espera Alejandro sentado en un saliente de una fuente de piedra. Viste su fiel uniforme de mezclilla, camisa y pantalón azul ya muy lavado. Lleva la gorra calada hasta los ojos. Está flaco como galgo y viejito [pero no enfermo]. Se levanta me pasa la mano por el hombro y yo le tomo de la cintura, caminamos como si fuéramos uno.

Me despierto, respiro profundamente las imágenes del sueño y le hago llegar mi agradecimiento por su visita.

1 comentario:

  1. A veces, los nuestros nos visitan aunque no sea día de muertos. Aunque no les hayamos convocado y sin que les dejemos su comida favorita con flores de cempasúchil en ese altar que algunas veces ponemos en el rincón favorito de la casa.
    Creo que para ellos seguimos vivos y entonces llegan y nos abrazan como lo hicieron siempre, y a veces, hasta como hubiéramos querido. A veces se extrañan de vernos llorarlos y quizás se pregunten por qué estamos tristes. Pero nunca está de más correrles la cortesía de agradecerles la visita.

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