15 abril 2009

.. en la muerte repentina de Eduardo



Repentina y peor, violenta. En realidad todos le llamabais Pali, así me lo presentaste, uno de esos amigos de tus hijos, cuates, amigos desde la infancia, a los que tú también educaste un poco, en Tiépolo, donde ahora ya no vive, desde el jueves pasado, ya no comparte la casa con Pablo y con Juan. No paro de pensar en ellos, en su tristeza que como todas las tristezas forma parte del territorio privado. En sus padres, para ellos no me llegan las palabras. En María, en Irma, en Lola… en toda la gente cercana. Y en ti, y en Cecilia.

Hace unos días uno de nuestros amigos comunes, me preguntó como me sentía y tuve que hacer este esfuerzo de palabras:
“Su muerte me construyó, me fortaleció, me dio vida, todo lo que me fue enseñando día a día, antes del cáncer y mucho más después. Cada uno de aquellos días fue un ejemplo de vida. Apenas me dejó lugar para dejarme caer, para hundirme, para convertir el dolor en daño... Fue muy diferente la de Cecilia, la muerte de Cecilia me partió en dos.”

Y la de Pali ahora además de repentina, violenta, me hace estallar en pedazos.

Y pienso en ti y leo y releo las palabras que escribiste:

Cecilia
Aparición tardía

Y llego a esta conclusión: la muerte de los otros te obliga a reconstruirte.

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