No recuerdo si había florecido anteriormente, ni recuerdo cuando llegó, si fue un regalo, si la compró Alejandro, no tengo memoria de esta planta de elegantes hojas largas y anchas, oscuras y brillantes. Solo sé que Tario o Tirio, nunca sé, estaba inquieto, y eso me hizo acercarme a él, fue entonces cuando las vi, ocultas tras la frondosidad redonda de la maceta. ¡Qué sorpresa! No estaban la semana pasada cuando la regué:
En Madrid, 2009
Y recordé las únicas fotos que hizo Alejandro mientras estuvimos juntos. No le interesaban, “lo que la memoria no retiene no merece la pena ser recordado”, decía.
Pero aquel mes de marzo del año 2004 que viajó solo a México se llevó, quién sabe porqué, la cámara digital que había comprando el año anterior en Nueva York. Le sorprendió el crecimiento de una flor breve en la terraza de Tiépolo:
En México, 2004
Y la fotografió cada día entre el 17 y el 22 de marzo, por la mañana temprano y dos días en la sobremesa.
Quizá quiso retratar el gesto de bienvenida que su jardín tuvo con él.
Y después me regaló la planta y se ha reproducido, y ahora cada primavera salen tres o cuatro de las flores más hermosas del mundo (así les decía él) y yo le mandaba la foto cuando salía y siempre se alegraba mucho. Gracias por las tuyas.Besitos.
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