08 mayo 2009

.. en Salón Calavera

Hay días en que las coincidencias se acumulan de tal manera que le da a uno por pensar que hay una mano que mueve los hilos.

Ayer me encontré con “Salón Calavera” en los labios de Javier Guruchaga.
Fue en la Casa de América en ese gesto que se hizo de solidaridad con el pueblo mexicano. La intervención del polifacético músico fue crítica, inteligente, aguda y directa, cualidades que desde que tuve la oportunidad de verle en TV por primera vez (hace unos veinticinco años) hacen que sea uno de mis artistas más admirados en este país. Me dejé llevar por la tentación de esperarle para felicitarle por su intervención y obsequiarle con el libro que llevaba conmigo “El aura de Alejandro. Fragmentos del blog”. Mi gran sorpresa fue cuando al ver la portada exclamó: ¡ah!, Alejandro Aura, el de Salón Calavera. Y me contó que tiene dos ejemplares de ese libro que contiene las tres obras de teatro que Alejandro publicó, que los encontró entre libros de viejo por Tacuba y …

Y, la segunda, fue esta mañana en mi bandeja de correo, tenía uno de Rodolfo Sanchez Alvarado, el que hizo las grabaciones de Salón Calavera. El año pasado se carteó electrónicamente con Alejandro, después de mucho tiempo sin saber el uno del otro, y le ofreció esos archivos musicales. Pero yo ya no tuve tiempo de descargarlos de su servidor, y era una tarea pendiente que retomé hace varios días. Le escribí, me dijo que en cuanto pudiera los volvía a dejar diponibles. ¡Y eso ha sido esta mañana!.

Así que escribo y escucho esa música de la que tantas veces había oído hablar:

De Salón Calavera: presentación:



Muchas veces en México, gente que se acercaba a Alejandro le decía “usted es el de Salón Calavera”. Los recortes de prensa que tengo son del marzo de 1984, y mucha gente todavía le recuerda por esa obra. Sí, me impresiona.

Y, la tercera casualidad, de la que acabo de darme cuenta al ir a buscar el primer mensaje de Rodolfo, es que es de hace un año, ¡justamente un año!: 8 de mayo de 2008.

Pues así hay días, las coincidencias se empeñan en susurrarnos cosas al oído, Alejandro.

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