Yo no sé si vale repetir un encuentro, una sensación, pero la verdad es que este blog tiene las reglas que yo le marque, me digo, así que por qué no.
Se trata de nuevo del tiempo, del meteorológico no del otro. Del cambio estacional, en este caso, de la llegada repentina del otoño; se ha pasado del agosto más caluroso desde hace cincuenta años, datos fidedignos y que mi madre ha rememorado muchas veces por estar embarazada de una de mis hermanas, la que nació en septiembre; hemos pasado, digo, de la canícula de agosto a un frío y lluvioso otoño, cuya entrada oficial será el martes 22 a las 23h19. Sí, como esos invitados que llegan antes de la hora y le encuentra a uno desprevenido, en este caso, con las sandalias y con la ligereza de los linos y algodones veraniegos. Nimodo.
El caso es que me viene a la memoria este poema que tantas veces le escuché leer a Alejandro. Fue el primer verano del cáncer:
UN VERANO REMOLÓN, 2005
Permítanme la repetición de este poema pero es que el tiempo es un ancestral e inagotable tema de conversación.
¡Ah! Pero tengo una novedad, acabo de recordar que grabé la lectura que hizo el 27 de septiembre de 2007 en Oaxaca, donde además cuenta la diferencia acá y allá de estos cambios de estación:
Alejandro Aura:
Y no sé de donde vengan estas nubes pero sí que llegan cargadas de tristeza:
(de AdolfoGM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario