18 marzo 2009

Carta de Lalita Curbelo...


CARTA DE LALITA CURBELO
EN EL ANDÉN DE LA TERNURA

Las cartas de Cuba a México y de México a los pájaros del
cielo no siempre llegan bien a su destino.

Unas veces las abren los de la aduana y si van llenas de

frutas y de flores se las comen, se las llevan a sus
pequeños hijos para que se las coman.


No seamos incomprensivos. Si nuestro pequeño oficio

es hacer cartas para el mar, para las islas, para el
maestro sol.


Qué va. Que se las roben. Otras veces van los papeles tan

ardientes que desvían cargamentos enteros de
correspondencia


y lo que iba para Mozambique va a dar a Oaxaca y entre el
frenesí de Santo Domingo alguien lee lo que aunque no era
para él le corresponde.

Así, que se pierdan todas nuestras primeras cartas. Que

éstas no tienen nunca destino de silencio (como ella
cree).


Debajo de su escritorio el encargado de evitar

conjuraciones entre poetas lee la primera carta de Lalita
al pobre de Alejando y se arrepiente de haber nacido.


Entonces le estalla una lágrima que va por todas las

oficinas de este mundo tocando a los calvos con
su gracia; finalmente aflora, ya bien compañada,
por uno de mis ojos, y me mueve la boca, y escribo
mi respuesta.


Un pájaro vuela con los ojos cerrados y con la leve punta

de las alas frota el aire.


Persiste con la singularidad del alba, dando todo a la tierra

que lo forma, al gran pomo de olores que es el mundo.


Y acabala en sus ojos lo que se mueve y lo que permanece.

Lo vuelca luego en mi corazón, me deja lelo de dicha

inagotable.


Ay, chambelanes de la historia, amigos, me pregunto si

habrá alguien como yo que haya sido creado para que
las aves de Cuba le hablen al oído.



Escúchalo en voz de Marta Aura:


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