
No sé porque no disfrutaba yo estos sabores como ahora. Sí, si estaban ricos los mangos llegados de México en la maleta de cualquier visitante o las campechanas que siempre traía Fernando de San Luís Potosí, pero mi gran placer era ver cómo Alejandro los disfrutaba. Leyendo esta entrada de su blog:
Mangos, qué jolgorio (24feb2008), quién no me entenderá.

Ahora será porque no está él o porque está, confieso que no alcanzo a discernir, me saben a gloria, cada bocado es un bocado único, ya sea el mango del desayuno o la campechana de la sobremesa y aumentan el recuerdo de ti.
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