19 junio 2010

.. en aquellas lecturas matinales


Ya en la cuenta atrás de este blog, acercándome al final, consciente de que será una memoria de lo que fue mi relación con Alejandro, echo de menos algunas cosas no contadas, “ciertas minucias magníficas”.

La primera que quiero dejar en estas páginas no impresas es las lecturas matinales de la Metamorfosis de Ovidio. Desde que comenzamos a compartir el amanecer dominical, después del desayuno, tomaba el libro y una tras otra iba yo conociendo las increíbles transformaciones de los más variados personajes. Cuando se acabó tomó de la estantería “Las mil y una noches” que se fueron convirtiendo en mil y un amaneceres de domingo.

Buscando porqués de este placer, quizá necesidad, he ido a su blog, y esto he encontrado, Primero cuando presentó en el Instituto Cervantes “Se está tan bien aquí”:

Porque la verdad es que lo que más disfruto en la vida es la lectura en voz alta de mis poemas; ante otros, se entiende, porque leérselos en voz alta a la pared no me divierte. Como soy actor tengo soltura y recursos y así como lo gozo procuro que lo paladeen quienes me escuchan.

Y esta, muy contundente, sobre cómo leen muchos poetas: Leer en voz alta

Yo, lectora solitaria, me sentía extranjera en este territorio de la lectura en voz alta, y puedo confesar que es ahora, ahora que no está, cuando más disfruto de escuchar su voz. Me pesa no haber grabado, no haber enlatado en archivos de audio todas y cada una de aquellas mañanas.

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