Sus poemas
y todos aquellos lugares,
reales o virtuales
en los que encontrar a Alejandro Aura.
31 mayo 2009
Los días (XVI)
XVI
¿Quién? Yo mismo,
autor legendario de las flores.
Llanto, llanto,
prepárate a salir, es hora.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
30 mayo 2009
.. en esta especie de ex-voto
Armando desde Torreón, me envió esta imagen:
Me escribe: “Es una especie de ex-voto que hice hace tiempo, dedicado a nuestro entrañable Alejandro”. Tiene fecha del 31 de julio de 2008.
Ya lo conocía pues alguien lo encontró en internet y me lo había mostrado.
Ahora que lo vuelvo a ver, me gusta detenerme en ese gesto tan suyo de la boca. En la uñita de luna creciente. Y ver como emerge, o va a sumergirse, o convive con el agua, ese elemento tan suyo también.
Gracias Armando.
29 mayo 2009
Los días (XV)
XV
Reconozco a mi especie:
trozos de piedra diurna.
Y el corazón y los ojos
profundos alcatraces.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
28 mayo 2009
.. en Casa de América (IV)
Se leyó el cuento "Los baños de Celeste":
Le puso voz Marcelo Galván:
Estas son las tres portadas de las ediciones que tenemos en casa de ese premiado cuento que ahora está integrado en "Cuentos y ultramarinos":
Trata de:
Cuentos y Ultramarinos,
en España,
para escuchar,
prosa Alejandro Aura
27 mayo 2009
Los días (XIV)
XIV
La muerte, madre,
ha de ser
como quedarse tranquilo.
Sí, madre,
tranquilo hasta la nada.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
26 mayo 2009
.. en Ullán
Murió José Miguel Ullán el sábado pasado en Madrid. Poeta español. Coincidió con Alejandro el 13 de junio de 2007 en la presentación de sus libros que la editorial Calamus hizo en el Instituto Cervantes. Alejandro lo narró en el blog: Presentación cumplida y yo le puse las fotos.
Fue un día especial para Alejandro. Pensaba que ya no volvería a publicar, ni a presentar un libro, estaba en su mero mole. Julio Trujillo añadió más chispa al platillo con su ingeniosa intervención inicial, desplegó un rollo de papel con letras gigantes que se leían desde toda la sala, con el nombre del blog de Alejandro y con la correspondiente frase publicitaria. Ahí quedó, rompiendo lo que hasta entonces había sido un acto bastante solemne.
Después nos fuimos a cenar, creo que al “Bocaíto”, poetas y poetas y, nosotros, los demás. Me tocó junto a José Miguel y junto a Manuel, y no más allá del segundo trago de mi copa ya sentía que los conocía desde una eternidad, me dejé seducir por su conversa, por su inteligente y caústico humor, por su sonrisa que contenía todo eso... Hubo empatía. Fue un día especial para mí.
Desde que leí la noticia, el mismo sábado, no ha dejado de estar en mi cabeza, la noticia, la muerte, su sonrisa, la sorpresa, y Alejandro. Todo danzando. Hoy he sido consciente y por eso le quiero dedicar mis palabras de hoy. Ullán.
Fue un día especial para Alejandro. Pensaba que ya no volvería a publicar, ni a presentar un libro, estaba en su mero mole. Julio Trujillo añadió más chispa al platillo con su ingeniosa intervención inicial, desplegó un rollo de papel con letras gigantes que se leían desde toda la sala, con el nombre del blog de Alejandro y con la correspondiente frase publicitaria. Ahí quedó, rompiendo lo que hasta entonces había sido un acto bastante solemne.
Después nos fuimos a cenar, creo que al “Bocaíto”, poetas y poetas y, nosotros, los demás. Me tocó junto a José Miguel y junto a Manuel, y no más allá del segundo trago de mi copa ya sentía que los conocía desde una eternidad, me dejé seducir por su conversa, por su inteligente y caústico humor, por su sonrisa que contenía todo eso... Hubo empatía. Fue un día especial para mí.
Desde que leí la noticia, el mismo sábado, no ha dejado de estar en mi cabeza, la noticia, la muerte, su sonrisa, la sorpresa, y Alejandro. Todo danzando. Hoy he sido consciente y por eso le quiero dedicar mis palabras de hoy. Ullán.
Trata de:
cuando no puedo evitarlo,
en España,
ir a su blog
25 mayo 2009
Los días (XIII)
XIII
Entonces alzaré los ojos,
campanas húmedas para avisar a Dios que estoy despierto,
y encontraré que solamente el sol está subiendo
a deslumbrarme.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
24 mayo 2009
.. en Casa de América (III)
Para la presentación de "Cuentos y ultramarinos" Miguel Marinas escribió un texto que tiene la esencia de este libro:
Así lo leyó:
Y aquí va el texto:
Equipales por panóptico.
Milagros Revenga (yo) me cambió equipales por panóptico: ella me dijo equipales y yo a ella panóptico. Eran palabras que el otro no recordaba. El trueque selló el encargo de este comentario, mientras me desveló también el sentido de las torres cuatas de la canción “Ya vamos llegando a Pénjamo”, que tan decisiva fue en nuestra relación con el autor de estos relatos Alejandro Aura.
Los equipales (que no me venía a mí el nombre) son los muebles, el juego de muebles casi rústicos, de las casas mexicanas (aunque estén en Madrid): son un equipo de muebles, tienen valor de ofrenda, sabor de rito pero tienen sobre todo el confort como efecto final. El panóptico por el que preguntaba Milagros es ver desde el centro la dispersión de las salas, los seres, las horas. Verlo todo.
Quisiera contar estas aventuras textuales como quien narra las más bellas historias del celuloide. Siento que debiera hacerlo así. Como contar películas que se han visto con contención emocionada y se narran de manera desbocada, sin freno, agolpándose las palabras, quitándose unos a otros la hebra del discurso, porque se asiente, se ríe, se dice, “que jodido, cómo lo supo decir de bien” o “mira este pasaje” o “por qué titula de esta manera”. Porque así se lee inevitablemente un libro cuya mano escritora, por desgracia, ya no choca la nuestra: como un camino cumplido.
........................(cont. en "Leer más").......................
Pero nunca un camino a la intemperie. Más bien es el pasillo tapizado de todas las mercaderías, el que une el mostrador lleno de pimentón y latas de morrones y la trastienda donde sestean los garbanzos, la lenteja francesilla y la mojama reluciente.
Este recuelo de cuentos brillantes y variadísimos – y lo primero que discutimos en el filandón de los comentarios es si son cuentos todos o relatos cortos o exclamaciones largas, en fin – esta sarta de cartas de náufrago sin fechas que Alejandro fue destilando, acrisolando y que ató con raro y divertido título de cuentos no ultramarinos sino “cuentos y ultramarinos”.
Como si fueran aquellos víveres o abarrotes que traían de América y surtían efecto en la vida cotidiana de aquí: eso eran los ultramarinos (y coloniales se añadía a veces en el rótulo: qué vana presunción la de las colonias). Chocolates, aceites, harinas, pero también cacao, canela en rama, botellitas de ron, todo lo vendible todo lo apetecible: esa es la variada abundancia de estos relatos, la de una floreciente y densa tienda de abarrotes.
El tiempo de los libros es frágil. Pero en papel o de memoria ofrecen escenarios para entrar y vivir. Para ingresar en ellos y plantear la vida. Como en las mónadas de Leibniz o como en las coplas flamencas que se engendran con una idea, una línea y quedan como el hortus conclusus, como cuerpos vivientes, como escenarios que remedan lo que hay y lo incrementan. Es como la capa de realidad que toca cada línea del blog de Alejandro: quien escribe sabe lo que se está jugando y sabe que la escena tendrá telón final, pero la cumple, la escribe con la omnímoda libertad de lo finito, y la gracia de ese gesto se convierte en la sal de la vida, de la muerte, con vistas a la cual se prueba sí se ama o no la vida.
LEO DEL BLOG:
"El frasquito de los caramelos, el estuche vacío, las muñequitas del rastro, la pluma sin depósito, el papel que era tan bonito, el plato que algún día usaríamos para algo...Cada cosa es un pliego de memorias enrollado y no habrá biblioteca de Alejandría que los recopile”
Ángeles dice que Alejandro se deja sensualmente llevar: que deja que surja la sensualidad de los objetos y aquí está el mejor cuentista. Son relatos de ocurrencia, aunque a veces se demora. Es la capacidad de arrastre, la morosidad y a la vez la ligereza de las palabras suaves.
Recuerdo a Alejandro cocinando. Rodeado de cientos de especias, carnitas, sangritas, almitas. Me refiero al "chinga, chinga que bueno" dicho del mezcal que venía por redoma o cuévano diplomático traído a veces por un legendario profesor oriental: a quien se le hace poca justicia llamándole "Chino" porque ha sido turco en huertas, argelino en el prado, azerbaijano en Antón Martín y, maître en Canillejas y,
en general, mago para los desheredados, objeto de inquina para una difunta patrona potosina, objeto de deseo y amor para una heroína de San Luis que predica la psicotrópica religión de Xilitla, voz y bálsamo para las almas apenadas, libación para los labios dispuestos (aunque escondidos) y, en general es, Fer con tres.
Recuerdo a Alejandro cocinando, pronunciando la palabra "romeritos" ante una matita, de un puñado de verdor carnoso, nada que ver con el secarral sique bien perfumado de nuestro romero.
Y esa disposición abigarrada, pantagruélica, de masas, tortillas, fajitas, ajíes, carnes mechadas, el encendido de los jitomates se componía al pronunciar la palabra mágica: son los romeritos. Así se enhebran los cuentos y ultramarinos. Abundancia, dispersión, pero, de pronto, ensalmo que todo lo compone. Palabra acariciada
porque viene a la mano, se sopesa, y ajusta en el vano del muro, en un intersticio, y lo completa.
La lengua de Alejandro – porque en eso habíamos quedado: que están escritos: lengua mexicana, pero en idiolecto alejandrino - es como la lengua de las mariposas: sobre la cuna, el cauce del texto, la espiritrompa repasa los artejos, las muescas, la espuma de los días. Velando con tanta brizna, tanto apero, tanta acumulación, ese hueco. Ese vacío central que él mismo, sabedor, no se detiene a contemplar. Se afana, por ello, en ese acumular arenas, hojillas, pétalos, cantos rodados de un tamaño entre índice y pulgar, como si compusiera un simulacro, en que lo más importante es dejar lo hecho, moverse hacia otra parte, ir a ver la olla de los frijoles, no ser grave ni solemne.
Es una escritura feliz, que dijo Barthes de Voltaire: el último de los escritores felices. "El que lleva las cédulas al cielo" es un ejemplo del gozo de escribir: “andandillo andandillo se encuentran cosas”, Alejandro halla el pubis en el ceremonial latino “pulvis eris” y su eco sexual. Así se encuentran cosas en este itinerario de relatos: "Los baños de Celeste" el simbolismo, la muerte, el asesinato sonado, la sarta de los vampiros que pululan por todo México, la "Canción de amor", donde cobra vida una voz, la voz, la mujer carnal, "Mi hermana Lola, mi hermanita" esos relajientos y morbosos que no salen de la cama, el "Tratado de novias", “Urbis versus natura".
Es un despliegue enorme, una disposición de experiencias de transmutación, de simulacro de una identidad, de muchas identidades, tantas como narradores hay. Y ahí está el placer supremo: ser otro, muchas veces, y volver a lo que uno era, que ya lo vamos cambiando a fuerza de salir de viaje al paraíso de los cuentos que inventamos.
Son varios tipos de relatos que ahora caigo no están fechados porque se echó el cierre, lo que los estudiosos llaman la clausura del discurso: el tiempo cerrado, todo a disposición como en ese escaparate en la tienda de ultramarinos de la plaza de Matute. Y están todos disponibles a la vez como en un panóptico. Otra vez la palabra: ya sabía yo que al comienzo parecía gratuito pero que devendría necesario. Este panóptico que organiza el desorden aparente de los equipales.
Así se disponen las claves de lectura: como en un conjunto de muebles equipales. Que son de uno. Comienzan los relatos en primera persona y a partir de anécdotas. Y tal vez aquí vemos la clave del modo de narrar. Es un narrador que hace preguntas, un narrador que relata con los objetos, que se esfuerza en ser agradable, que estira todo lo que hay sobre el colorido de la vida.
Tal vez no gustan por igual los títulos Pero no importa demasiado porque estos ya tienen vida propia: Por unos zapatos rojos, Un incendio en Madrid (aparece Jéssica), Perro perdido, Ribera de Santa María y la reflexión del tiempo.
Quedamos en que tienen una gran carga lírica – ¡cómo iba a descargarse de ella si era un poeta! – pero lo interesante es qué queremos decir cuando decimos “carga lírica”: es la capacidad de ver el mundo con la sorpresa de que, pareciéndolo, no está, en cambio, concluido. Como ya dijo Joaquín el texto del caracol va de lo cotidiano a lo mágico, a lo sublime: de la experiencia a otra esfera sin dejar de decir yo. El diario de viaje, los textos de los paseos, tal vez gusten menos porque ahora vemos que el viaje ya esta hecho: el espacio y el tiempo ya no corren peligro.
Quedaría por hablar de los microrrelatos. Que, si bien se mira, son la quintaesencia: de la escritura de Alejandro en este libro. Uno de ellos dice “Estoy borracho les decía y soy buen gallo, cuando una bala atravesó mi corazón. Desde entonces no sé cómo vivir”.
Así se hace un relato: se toma una literatura hecha, popular, cantada, y se le da un giro, una vuelta delicada que queda retumbando como un trueno. Como dice Arantxa, es la literatura como caricia. Como elegir un sabor y producirlo. Como Alejandro decía que así vive su amigo el Chino: eligiendo un modo de colocar la voz en una nota, de hacer un glissando, apostando por un vibrato imperceptible, producido con primor, con mimo. Como en el cuento del viaje al sur con la niña María, delicadeza con una niña...y acaso la lección, la teoría poética central: “Recuerda, María, que el alimento del amor esta siempre en el recuerdo”. Esa escritura que Cristina Santamarina ha llamado incesante, insaciable. Tenaz y delicada a la vez.
Pues así se aprende el revés de las palabras: esa enseñanza que queda sin melancolía de los cuentos del desaparecido tan presente. Descubriendo, como Milagros me enseñó, que en la letra de Pénjamo, las torres cuatas que brillan al sol como dos alcayatas no son torres albarranas sino postes del tendido eléctrico: “así brilla cualquiera no te digo”. Pero la magia ya esta hecha. Y no se pierde jamás.
Todo lo que pasó en .. en Casa de América ..
Así lo leyó:
Y aquí va el texto:
Equipales por panóptico.
Miguel Marinas
Milagros Revenga (yo) me cambió equipales por panóptico: ella me dijo equipales y yo a ella panóptico. Eran palabras que el otro no recordaba. El trueque selló el encargo de este comentario, mientras me desveló también el sentido de las torres cuatas de la canción “Ya vamos llegando a Pénjamo”, que tan decisiva fue en nuestra relación con el autor de estos relatos Alejandro Aura.
Los equipales (que no me venía a mí el nombre) son los muebles, el juego de muebles casi rústicos, de las casas mexicanas (aunque estén en Madrid): son un equipo de muebles, tienen valor de ofrenda, sabor de rito pero tienen sobre todo el confort como efecto final. El panóptico por el que preguntaba Milagros es ver desde el centro la dispersión de las salas, los seres, las horas. Verlo todo.
Quisiera contar estas aventuras textuales como quien narra las más bellas historias del celuloide. Siento que debiera hacerlo así. Como contar películas que se han visto con contención emocionada y se narran de manera desbocada, sin freno, agolpándose las palabras, quitándose unos a otros la hebra del discurso, porque se asiente, se ríe, se dice, “que jodido, cómo lo supo decir de bien” o “mira este pasaje” o “por qué titula de esta manera”. Porque así se lee inevitablemente un libro cuya mano escritora, por desgracia, ya no choca la nuestra: como un camino cumplido.
........................(cont. en "Leer más").......................
Pero nunca un camino a la intemperie. Más bien es el pasillo tapizado de todas las mercaderías, el que une el mostrador lleno de pimentón y latas de morrones y la trastienda donde sestean los garbanzos, la lenteja francesilla y la mojama reluciente.
Este recuelo de cuentos brillantes y variadísimos – y lo primero que discutimos en el filandón de los comentarios es si son cuentos todos o relatos cortos o exclamaciones largas, en fin – esta sarta de cartas de náufrago sin fechas que Alejandro fue destilando, acrisolando y que ató con raro y divertido título de cuentos no ultramarinos sino “cuentos y ultramarinos”.
Como si fueran aquellos víveres o abarrotes que traían de América y surtían efecto en la vida cotidiana de aquí: eso eran los ultramarinos (y coloniales se añadía a veces en el rótulo: qué vana presunción la de las colonias). Chocolates, aceites, harinas, pero también cacao, canela en rama, botellitas de ron, todo lo vendible todo lo apetecible: esa es la variada abundancia de estos relatos, la de una floreciente y densa tienda de abarrotes.
El tiempo de los libros es frágil. Pero en papel o de memoria ofrecen escenarios para entrar y vivir. Para ingresar en ellos y plantear la vida. Como en las mónadas de Leibniz o como en las coplas flamencas que se engendran con una idea, una línea y quedan como el hortus conclusus, como cuerpos vivientes, como escenarios que remedan lo que hay y lo incrementan. Es como la capa de realidad que toca cada línea del blog de Alejandro: quien escribe sabe lo que se está jugando y sabe que la escena tendrá telón final, pero la cumple, la escribe con la omnímoda libertad de lo finito, y la gracia de ese gesto se convierte en la sal de la vida, de la muerte, con vistas a la cual se prueba sí se ama o no la vida.
LEO DEL BLOG:
"El frasquito de los caramelos, el estuche vacío, las muñequitas del rastro, la pluma sin depósito, el papel que era tan bonito, el plato que algún día usaríamos para algo...Cada cosa es un pliego de memorias enrollado y no habrá biblioteca de Alejandría que los recopile”
Ángeles dice que Alejandro se deja sensualmente llevar: que deja que surja la sensualidad de los objetos y aquí está el mejor cuentista. Son relatos de ocurrencia, aunque a veces se demora. Es la capacidad de arrastre, la morosidad y a la vez la ligereza de las palabras suaves.
Recuerdo a Alejandro cocinando. Rodeado de cientos de especias, carnitas, sangritas, almitas. Me refiero al "chinga, chinga que bueno" dicho del mezcal que venía por redoma o cuévano diplomático traído a veces por un legendario profesor oriental: a quien se le hace poca justicia llamándole "Chino" porque ha sido turco en huertas, argelino en el prado, azerbaijano en Antón Martín y, maître en Canillejas y,
en general, mago para los desheredados, objeto de inquina para una difunta patrona potosina, objeto de deseo y amor para una heroína de San Luis que predica la psicotrópica religión de Xilitla, voz y bálsamo para las almas apenadas, libación para los labios dispuestos (aunque escondidos) y, en general es, Fer con tres.
Recuerdo a Alejandro cocinando, pronunciando la palabra "romeritos" ante una matita, de un puñado de verdor carnoso, nada que ver con el secarral sique bien perfumado de nuestro romero.
Y esa disposición abigarrada, pantagruélica, de masas, tortillas, fajitas, ajíes, carnes mechadas, el encendido de los jitomates se componía al pronunciar la palabra mágica: son los romeritos. Así se enhebran los cuentos y ultramarinos. Abundancia, dispersión, pero, de pronto, ensalmo que todo lo compone. Palabra acariciada
porque viene a la mano, se sopesa, y ajusta en el vano del muro, en un intersticio, y lo completa.
La lengua de Alejandro – porque en eso habíamos quedado: que están escritos: lengua mexicana, pero en idiolecto alejandrino - es como la lengua de las mariposas: sobre la cuna, el cauce del texto, la espiritrompa repasa los artejos, las muescas, la espuma de los días. Velando con tanta brizna, tanto apero, tanta acumulación, ese hueco. Ese vacío central que él mismo, sabedor, no se detiene a contemplar. Se afana, por ello, en ese acumular arenas, hojillas, pétalos, cantos rodados de un tamaño entre índice y pulgar, como si compusiera un simulacro, en que lo más importante es dejar lo hecho, moverse hacia otra parte, ir a ver la olla de los frijoles, no ser grave ni solemne.
Es una escritura feliz, que dijo Barthes de Voltaire: el último de los escritores felices. "El que lleva las cédulas al cielo" es un ejemplo del gozo de escribir: “andandillo andandillo se encuentran cosas”, Alejandro halla el pubis en el ceremonial latino “pulvis eris” y su eco sexual. Así se encuentran cosas en este itinerario de relatos: "Los baños de Celeste" el simbolismo, la muerte, el asesinato sonado, la sarta de los vampiros que pululan por todo México, la "Canción de amor", donde cobra vida una voz, la voz, la mujer carnal, "Mi hermana Lola, mi hermanita" esos relajientos y morbosos que no salen de la cama, el "Tratado de novias", “Urbis versus natura".
Es un despliegue enorme, una disposición de experiencias de transmutación, de simulacro de una identidad, de muchas identidades, tantas como narradores hay. Y ahí está el placer supremo: ser otro, muchas veces, y volver a lo que uno era, que ya lo vamos cambiando a fuerza de salir de viaje al paraíso de los cuentos que inventamos.
Son varios tipos de relatos que ahora caigo no están fechados porque se echó el cierre, lo que los estudiosos llaman la clausura del discurso: el tiempo cerrado, todo a disposición como en ese escaparate en la tienda de ultramarinos de la plaza de Matute. Y están todos disponibles a la vez como en un panóptico. Otra vez la palabra: ya sabía yo que al comienzo parecía gratuito pero que devendría necesario. Este panóptico que organiza el desorden aparente de los equipales.
Así se disponen las claves de lectura: como en un conjunto de muebles equipales. Que son de uno. Comienzan los relatos en primera persona y a partir de anécdotas. Y tal vez aquí vemos la clave del modo de narrar. Es un narrador que hace preguntas, un narrador que relata con los objetos, que se esfuerza en ser agradable, que estira todo lo que hay sobre el colorido de la vida.
Tal vez no gustan por igual los títulos Pero no importa demasiado porque estos ya tienen vida propia: Por unos zapatos rojos, Un incendio en Madrid (aparece Jéssica), Perro perdido, Ribera de Santa María y la reflexión del tiempo.
Quedamos en que tienen una gran carga lírica – ¡cómo iba a descargarse de ella si era un poeta! – pero lo interesante es qué queremos decir cuando decimos “carga lírica”: es la capacidad de ver el mundo con la sorpresa de que, pareciéndolo, no está, en cambio, concluido. Como ya dijo Joaquín el texto del caracol va de lo cotidiano a lo mágico, a lo sublime: de la experiencia a otra esfera sin dejar de decir yo. El diario de viaje, los textos de los paseos, tal vez gusten menos porque ahora vemos que el viaje ya esta hecho: el espacio y el tiempo ya no corren peligro.
Quedaría por hablar de los microrrelatos. Que, si bien se mira, son la quintaesencia: de la escritura de Alejandro en este libro. Uno de ellos dice “Estoy borracho les decía y soy buen gallo, cuando una bala atravesó mi corazón. Desde entonces no sé cómo vivir”.
Así se hace un relato: se toma una literatura hecha, popular, cantada, y se le da un giro, una vuelta delicada que queda retumbando como un trueno. Como dice Arantxa, es la literatura como caricia. Como elegir un sabor y producirlo. Como Alejandro decía que así vive su amigo el Chino: eligiendo un modo de colocar la voz en una nota, de hacer un glissando, apostando por un vibrato imperceptible, producido con primor, con mimo. Como en el cuento del viaje al sur con la niña María, delicadeza con una niña...y acaso la lección, la teoría poética central: “Recuerda, María, que el alimento del amor esta siempre en el recuerdo”. Esa escritura que Cristina Santamarina ha llamado incesante, insaciable. Tenaz y delicada a la vez.
Pues así se aprende el revés de las palabras: esa enseñanza que queda sin melancolía de los cuentos del desaparecido tan presente. Descubriendo, como Milagros me enseñó, que en la letra de Pénjamo, las torres cuatas que brillan al sol como dos alcayatas no son torres albarranas sino postes del tendido eléctrico: “así brilla cualquiera no te digo”. Pero la magia ya esta hecha. Y no se pierde jamás.
Todo lo que pasó en .. en Casa de América ..
Trata de:
Cuentos y Ultramarinos,
ilustrado,
ir a su blog,
para escuchar
23 mayo 2009
Los días (XII)
XII
Días de sal
en los que el alma cae redonda
a su cauterio.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
22 mayo 2009
.. en Casa de América (II)
Hoy os muestro LAS FOTOS (de Alfredo, de Arantza, de Rosa, de Carla)...
... Y MIS AGRADECIMIENTOS, que extiendo a todos los lectores de este blog:
Buenas tardes, mi nombre es Milagros.
Es inevitable hoy comenzar este acto con unas palabras dedicadas al poeta que acaba de dejarnos, el que me abrió las puertas de la poesía, con aquellos versos que clavé junto a mi cama en mi adolescencia, la frase a la que asirme cada amanecer: “tiendo mi mano y estoy sola, pero estoy más sola cuando no la tiendo”, gracias Mario Benedetti.
Y ahora sí, quiero agradecer a nuestros anfitriones, la Casa de América, por ofrecer este espacio, a la Casa de Zacatecas por su apoyo, a todos los participantes directos: Miguel Marinas, Julio Trujillo, Fernando del Castillo, Toya Arechabala, Marcelo Galván y Gema Aparicio (que está por ahí detrás) y a todos los miembros de la tertulia 90 lagartos. A los indirectos que son todas las personas de mi entorno que silenciosamente hacen que cada día pueda seguir mi camino.
A todos y cada uno de vosotros que hoy llenáis esta sala, sin los que nada de nada tendría sentido.
Y final y especialmente a Alejandro a quien tanto le agradezco que se cruzara en mi camino. A todos os invito a disfrutar de este momento como él mismo lo haría.
Pensé en este acto para dar a conocer en España los dos últimos libros de Alejandro Aura, y para que los muchos amigos que aquí hizo vieran como se cumplió su voluntad con respecto a sus cenizas.
Quiero presentar, en primer lugar, a Marcelo Galván, que va a hacer de maestro de ceremonias. Él trabajó con Alejandro, y fue inolvidable la lectura en voz alta de Pedro Páramo que realizaron juntos al poco tiempo de llegar Alejandro a España.
Buceando en el pasado de Alejandro en estos meses he comprendido que veía en Marcelo al joven inquieto que él mismo había sido.
Marcelo, muchas gracias ….
Todo lo que pasó en .. en Casa de América ..
21 mayo 2009
Los días (XI)
XI
Hay un cierto país aquí en mis ojos
padeciendo
(donde navego y busco una canción florida);
hay un cierto país pesado
doliéndome en los ojos.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
20 mayo 2009
.. en el paseo en la tarde por el Retiro
Hoy que estaremos en la Casa de América a las ocho de la tarde, quiero invitar a los que no estén acá a que lean esta entrada de su blog:
Ahuehuete en el Retiro
Y este poema de "Poemas y otros poemas", pues nosotros iremos también a pasear por el Retiro antes:
PASEO MATINAL POR EL RETIRO
Oh qué bien se siente andar así,
las personas se saludan, los pájaros
se animan a pisar cerca de uno,
un ejército de jardineros que responden a mis preguntas con comedimiento
quita las mercadelas porque ya acabó el verano;
Parlem del vent, una escultura que anda por allí de Andreu Alfaro
me susurra quedito y sesgado todas las cosas que anoche pasaron en el
parque
y otra de Chillida con cinco puntas como cinco dedos le da consejos al
espacio
y acaricia el cielo muy muy azul de la mañana.
De buenas a primeras
un ahuehuete de los tiempos de cuando Felipe IV y yo éramos niños y este
jardín era monte
me da su propia versión del Retiro;
Taxodium me lo nombran los señores de verde como si no lo conociera yo,
sabino,
¡me siento tan bien bajo su sombra tenue!
Escúchalo:
Ahuehuete en el Retiro
Y este poema de "Poemas y otros poemas", pues nosotros iremos también a pasear por el Retiro antes:
PASEO MATINAL POR EL RETIRO
Oh qué bien se siente andar así,
las personas se saludan, los pájaros
se animan a pisar cerca de uno,
un ejército de jardineros que responden a mis preguntas con comedimiento
quita las mercadelas porque ya acabó el verano;
Parlem del vent, una escultura que anda por allí de Andreu Alfaro
me susurra quedito y sesgado todas las cosas que anoche pasaron en el
parque
y otra de Chillida con cinco puntas como cinco dedos le da consejos al
espacio
y acaricia el cielo muy muy azul de la mañana.
De buenas a primeras
un ahuehuete de los tiempos de cuando Felipe IV y yo éramos niños y este
jardín era monte
me da su propia versión del Retiro;
Taxodium me lo nombran los señores de verde como si no lo conociera yo,
sabino,
¡me siento tan bien bajo su sombra tenue!
Escúchalo:
Trata de:
en España,
ir a su blog,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
19 mayo 2009
Los días (X)
X
Vendrá la noche,
pero ¿quién vendrá por mí?
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
18 mayo 2009
Los días (IX)
IX
Lumbre de sí mismo, mi padre
es un poeta.
¿Qué más? ¿Palabras?
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
17 mayo 2009
.. en Casa de América (I)
Última llamada y un aviso:
Será ya este miércoles, a las ocho de la tarde. Finalmente no pudo venir desde México María Cortina, y ocupará su lugar Julio Trujillo.
Dice el pronóstico del tiempo que hará calor ese día en Madrid, espero que la calidez del acto aumente unos grados las previsiones.
Alejandro Aura expresó en un poema que escribió a los treinta años de edad que sus cenizas “se volvieran calle, o plaza, o edificio” de la Ciudad de México. Su voluntad se cumplió el 7 de marzo en el D.F.
Este será un acto espejo: Se proyectará un vídeo de aquel momento: Alejandro Aura para siempre en Coyoacán y los dos libros que ese día salieron a la luz; Cuentos y ultramarinos último compendio que el autor realizó y El aura de Alejandro, textos del blog que escribió en los últimos meses de su vida, seleccionados por Milagros Revenga.
La voz mexicana de Marcelo Galván dará vida a la prosa de Alejandro y, para finalizar, Fernando del Castillo cantará acompañado por Toya Arechabala a la guitarra.
Será ya este miércoles, a las ocho de la tarde. Finalmente no pudo venir desde México María Cortina, y ocupará su lugar Julio Trujillo.
Dice el pronóstico del tiempo que hará calor ese día en Madrid, espero que la calidez del acto aumente unos grados las previsiones.
Alejandro Aura expresó en un poema que escribió a los treinta años de edad que sus cenizas “se volvieran calle, o plaza, o edificio” de la Ciudad de México. Su voluntad se cumplió el 7 de marzo en el D.F.
Este será un acto espejo: Se proyectará un vídeo de aquel momento: Alejandro Aura para siempre en Coyoacán y los dos libros que ese día salieron a la luz; Cuentos y ultramarinos último compendio que el autor realizó y El aura de Alejandro, textos del blog que escribió en los últimos meses de su vida, seleccionados por Milagros Revenga.
La voz mexicana de Marcelo Galván dará vida a la prosa de Alejandro y, para finalizar, Fernando del Castillo cantará acompañado por Toya Arechabala a la guitarra.
Trata de:
Cuentos y Ultramarinos,
en España,
ilustrado,
ir a su blog
16 mayo 2009
Los días (VIII)
VIII
Entonces tengo que volver,
ay criminales días,
volver a estrangularme
y otra vez salvarme de la horca.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
15 mayo 2009
.. en este blog: mis sandalias planas
Recibo de vez en cuando mensajes que me llevan a encontrar a Alejandro en otros blogs, especialmente al poco de fallecer, tengo pendiente ir incluyéndolos en el mío.
Pero este mensaje me llegó la semana pasada. Algo me dejó tocada, no sé si las palabras, la sencillez del blog, que no haya fechas, algo que le da la limpidez del agua clara fluyendo. O quizá fue la magia del trébol, que me trajo a la memoria este otro:
Lo compré (este y otros) en Coyoacán en uno de mis solitarios paseos, y le regateé al vendedor por primera vez en mi vida, y lo hice con ganas, como el mismo Alejandro lo hacía. O sea que sí, pensé, algo he aprendido de ti. Aprendí además que el valor de las cosas no tiene que ver con su precio. El precio es una convención, y el valor se lo da uno en el regateo, cuanto más se regatea más valor tiene.
Trata de:
dedicado a Alejandro,
ilustrado,
mensajes recibidos
14 mayo 2009
Los días (VII)
VII
Donde mi madre pisa
hubo otros pechos misteriosos,
hubo siglos de agua,
hubo mi pie pisado otros olvidos.
Donde la noche cae,
alza mi padre su nostalgia.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
13 mayo 2009
.. en la portada de DosFilos
Fue la otra cosa que me trajo Óscar de Zacatecas, varios ejemplares que José de Jesús Sampedro me envió de la revista que edita desde hace unos veinte años:
Son textos sobre Alejandro Aura, escritos por poetas que participaron en el homenaje que se le hizo en Zacatecas, en día 29 de septiembre del año pasado.
De izquierda a derecha:
Eduardo Váquez Martín (Brindis por el poeta), Armando Adame (Se quedarán las cosas), Andrés González Pagés (La locomotora de Alejandro), Julio Trujillo y José de Jesús Sampedro (Lo de ayer, y viceversa).
Poetas que le conocieron en diferentes momentos de su vida y que hacen a través de estos textos un completo Alejandro Aura. Los iré publicando.
Trata de:
en México,
en prensa,
ilustrado,
ir a su blog
12 mayo 2009
Los días (VI)
VI
¡Una lumbre, una lumbre!
Denme una tea para golpearme el corazón.
Que me encuentre colérico y pendiente.
Ay, hermano, y llorando en su secreto.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
11 mayo 2009
.. en el Acrópolis de Zacatecas
Óscar acaba de llegar de Zacatecas y me trajo un par de sorpresas, esta es una:
Encontró a Alejandro en el mural de fotografías del Acrópolis, con Juan Manuel de la Rosa y el dueño, Said.
Creo que no exagero si digo que junto con la catedral este restaurante es el corazón de la ciudad, el órgano que la hace latir, del que salen sentimientos y emociones. En él entran cientos de zacatecanos y forasteros cada día, para disfrutar de las deliciosas tortas (como bocatas pero deliciosas), de los cuadros de artistas que llenan sus paredes, de poder mirar el ritmo de la ciudad desde sus ventanales, del trato. El Acrópolis late al ritmo de Zacatecas, de ciudad tranquila, de ciudad de arte, de ciudad bella con mayúsculas (Patrimonio de la Humanidad), de recovecos en los que refugiarse a respirar profundamente el más intenso recuerdo. ZACATECAS.
Fuimos muchas veces y la primera parada obligada al salir del hotel era este entrañable restaurante, saludar al dueño y echarnos una torta. Alejandro era un poco zacatecano, eso lo saben los de allá. Dejó escrito en su blog la última visita, fue el 17 de oct del 2007:
Dificultades técnicas
Y desde luego no recuerdo que esa fotografía estuviera entonces.
Trata de:
en México,
foto Alejandro Aura,
ilustrado,
ir a su blog
10 mayo 2009
Los días (V)
V
Me sacan del río,
(una vez vi un río)
ahogado y navegando.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
09 mayo 2009
.. hoy, en el Canal 22
Hoy me salto el poema para que los que estén en México y leen el blog puedan ver el programa de esta noche en Canal 22:
Así me lo cuenta María Aura:
Se llama La noche boca arriba, saldrá al aire los sábados de 12 a 1 de la mañana, es decir, la primera hora del domingo. El programa lo conduce Fernando Rivera Calderón, el del programa del Weso y el palomazo informativo. Tendrá varios segmentos, invitados, música en vivo, etc.
A ver, mi sección se llama "La palabra Aura" es en homenaje a Juan José Arreola y Alejandro Aura. Está inspirada en "La palabra canta", que era una sketch que hacía Alejandro Suárez en La carabina de Ambrosio. Es una sección muy corta, pero que aparecerá todos los sábados.
Y así lo cuentan en SDPNoticias: Estrenará Rivera Calderón el sábado "La noche boca arriba"
Me encantaría verlo pero no se transmite el 22 en España y por Internet creo que tampoco. Ni modo.
Así me lo cuenta María Aura:
Se llama La noche boca arriba, saldrá al aire los sábados de 12 a 1 de la mañana, es decir, la primera hora del domingo. El programa lo conduce Fernando Rivera Calderón, el del programa del Weso y el palomazo informativo. Tendrá varios segmentos, invitados, música en vivo, etc.
A ver, mi sección se llama "La palabra Aura" es en homenaje a Juan José Arreola y Alejandro Aura. Está inspirada en "La palabra canta", que era una sketch que hacía Alejandro Suárez en La carabina de Ambrosio. Es una sección muy corta, pero que aparecerá todos los sábados.
Y así lo cuentan en SDPNoticias: Estrenará Rivera Calderón el sábado "La noche boca arriba"
Me encantaría verlo pero no se transmite el 22 en España y por Internet creo que tampoco. Ni modo.
Trata de:
dedicado a Alejandro,
en México,
en prensa,
mensajes recibidos
08 mayo 2009
.. en Salón Calavera
Hay días en que las coincidencias se acumulan de tal manera que le da a uno por pensar que hay una mano que mueve los hilos.
Ayer me encontré con “Salón Calavera” en los labios de Javier Guruchaga.
Fue en la Casa de América en ese gesto que se hizo de solidaridad con el pueblo mexicano. La intervención del polifacético músico fue crítica, inteligente, aguda y directa, cualidades que desde que tuve la oportunidad de verle en TV por primera vez (hace unos veinticinco años) hacen que sea uno de mis artistas más admirados en este país. Me dejé llevar por la tentación de esperarle para felicitarle por su intervención y obsequiarle con el libro que llevaba conmigo “El aura de Alejandro. Fragmentos del blog”. Mi gran sorpresa fue cuando al ver la portada exclamó: ¡ah!, Alejandro Aura, el de Salón Calavera. Y me contó que tiene dos ejemplares de ese libro que contiene las tres obras de teatro que Alejandro publicó, que los encontró entre libros de viejo por Tacuba y …
Y, la segunda, fue esta mañana en mi bandeja de correo, tenía uno de Rodolfo Sanchez Alvarado, el que hizo las grabaciones de Salón Calavera. El año pasado se carteó electrónicamente con Alejandro, después de mucho tiempo sin saber el uno del otro, y le ofreció esos archivos musicales. Pero yo ya no tuve tiempo de descargarlos de su servidor, y era una tarea pendiente que retomé hace varios días. Le escribí, me dijo que en cuanto pudiera los volvía a dejar diponibles. ¡Y eso ha sido esta mañana!.
Así que escribo y escucho esa música de la que tantas veces había oído hablar:
De Salón Calavera: presentación:
Muchas veces en México, gente que se acercaba a Alejandro le decía “usted es el de Salón Calavera”. Los recortes de prensa que tengo son del marzo de 1984, y mucha gente todavía le recuerda por esa obra. Sí, me impresiona.
Y, la tercera casualidad, de la que acabo de darme cuenta al ir a buscar el primer mensaje de Rodolfo, es que es de hace un año, ¡justamente un año!: 8 de mayo de 2008.
Pues así hay días, las coincidencias se empeñan en susurrarnos cosas al oído, Alejandro.
Ayer me encontré con “Salón Calavera” en los labios de Javier Guruchaga.
Fue en la Casa de América en ese gesto que se hizo de solidaridad con el pueblo mexicano. La intervención del polifacético músico fue crítica, inteligente, aguda y directa, cualidades que desde que tuve la oportunidad de verle en TV por primera vez (hace unos veinticinco años) hacen que sea uno de mis artistas más admirados en este país. Me dejé llevar por la tentación de esperarle para felicitarle por su intervención y obsequiarle con el libro que llevaba conmigo “El aura de Alejandro. Fragmentos del blog”. Mi gran sorpresa fue cuando al ver la portada exclamó: ¡ah!, Alejandro Aura, el de Salón Calavera. Y me contó que tiene dos ejemplares de ese libro que contiene las tres obras de teatro que Alejandro publicó, que los encontró entre libros de viejo por Tacuba y …
Y, la segunda, fue esta mañana en mi bandeja de correo, tenía uno de Rodolfo Sanchez Alvarado, el que hizo las grabaciones de Salón Calavera. El año pasado se carteó electrónicamente con Alejandro, después de mucho tiempo sin saber el uno del otro, y le ofreció esos archivos musicales. Pero yo ya no tuve tiempo de descargarlos de su servidor, y era una tarea pendiente que retomé hace varios días. Le escribí, me dijo que en cuanto pudiera los volvía a dejar diponibles. ¡Y eso ha sido esta mañana!.
Así que escribo y escucho esa música de la que tantas veces había oído hablar:
De Salón Calavera: presentación:
Muchas veces en México, gente que se acercaba a Alejandro le decía “usted es el de Salón Calavera”. Los recortes de prensa que tengo son del marzo de 1984, y mucha gente todavía le recuerda por esa obra. Sí, me impresiona.
Y, la tercera casualidad, de la que acabo de darme cuenta al ir a buscar el primer mensaje de Rodolfo, es que es de hace un año, ¡justamente un año!: 8 de mayo de 2008.
Pues así hay días, las coincidencias se empeñan en susurrarnos cosas al oído, Alejandro.
07 mayo 2009
Los días (IV)
IV
Qué haría yo subiéndome a la luz
durante tanto insomnio;
no, que no se muera la flor negra de la noche.
Hasta que una mañana
me acabe largamente.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
06 mayo 2009
.. en sus Cuentos y ultramarinos
Ayer fue uno de esos días que llamo largos, porque requieren de toda mi atención y porque se adentran en la noche confundiéndose con ella. Invité a la tertulia literaria con la que comparto lecturas desde hace ya quince años “90lagartos”, y también a Cristina y a Miguel. El libro cuya lectura íbamos a compartir era “Cuentos y Ultramarinos” de Alejandro. Todo el día lo dediqué a elaborar el texto que iba a exponer, y un ratito a asegurarme de que la casa estaba lista para acoger a los doce o trece que íbamos a juntarnos. Se platicó enriquecedoramente durante dos horas y luego festejamos el encuentro hasta la una de la madrugada, con ¡las ventanas abiertas! pues el día estaba veraniego, maravilloso.
Ahí estaba Alejandro, presente en su último libro de cuentos, donde se oye su voz, dijeron varios de los contertulios.
Os quiero recordar que el libro se puede comprar en México, en España estará a la venta solo el día 20 de mayo a las 20h cuando se presente en Casa de América.
Este es el texto que escribí:
Una lectura realizada por Milagros o como poner orden a estos cuentos.
Los ultramarinos eran las tiendas que estaban en una esquina del barrio, a la que nuestra madre nos mandaba para comprar aquello que de repente faltaba en casa. Todo lo podías encontrar, todo. Decenas de estantes en los que los productos más variados permanecían en un perfecto acomodo.
Alejandro me pidió el año pasado que le ayudara a armar este libro de cuentos, cuentos que había escrito a lo largo de su vida, unos publicados, otros inéditos. Tenía muy claro qué cuentos publicar, así que en la selección apenas intervine, pero él no tenía idea de como acomodarlos. Me tocó a mí esa tarea y dos cosas estaban en mi cabeza: lo que había aprendido en la Escuela de Letras, que un libro de cuentos tiene un orden interno, un hilo conductor, una sustancia que lo amalgama y, la otra, el orden casi militar de una tienda de ultramarinos.
Pero lo que Alejandro me puso sobre la mesa eran las piezas más diversas que pudieran imaginarse; trapecios, esferas, rombos, pirámides, cilindros; de una amplia gama de colores rojas, verdes, blancas, negras, naranjas; de densidades distintas, muy distintas blandas, duras, rígidas, maleables, densas; y de formas diferentes agudas, romas, pequeñas, grandes, cortas, largas, breves, extensas. Me pareció casi imposible poner orden a todo aquel caótico material. Ni se me pasó por la cabeza un orden cronológico, Alejandro jamás fechaba sus escritos.
Las sucesivas lecturas hicieron aparecer las similitudes temáticas: historias de viajes, de deseo, del paso de lo cotidiano a lo extraordinario, de la familia, monólogos, metaliteratura, crónicas, etc, así los fui colocando en la estantería de mi pequeño ultramarinos y Alejandro quedó contento.
Aunque ahora, leído y releído, con su uniforme forma de libro, pide a gritos que lo desordenen, abrir por el índice y dejarse llevar por la sugerencia del título, por la extensión del cuento, por el azar que marca el número de la página.
O propondría un nuevo orden; primero el cuento El caracol. Crónica de un comerciante, después dejaría que el azar estableciera la posición de los cuentos intermedios y cerraría con uno de los brevísimos titulado Mascota: Lo malo de este reloj que tengo ahora es que consume demasiado rápido las horas que le pongo.
Esos dos cuentos tratan del tiempo, del disfrute de la observación y, por tanto, del ritmo de la lectura. No se ven los mismos detalles en un paisaje cuando viajas en un tren de alta velocidad que cuando se trata de un regional. En este caso, se pueden leer los nombres de los pueblos, sentir el aleteo de los pájaros, ver como las vacas te miran, responder a las manos que saludan, asomarte un instante a una ventana en la lejanía y que esa visión permanezca en tu memoria.
Y así es la literatura de Alejandro, como viajar en un tren muy lento, y poderse detener en una historia de pasión y muerte, en una propuesta poética para cambiar el mundo, en el sentimiento que un paraguas le producía, en la denuncia de lo sucedido en un barco en alta mar, en los efectos de la quimioterapia sobre su cuerpo. Todo con un denominador común, una prosa magistral, sonora, envolvente, que tanto más se disfruta cuanto más se paladea.
Si ahora me hicieran esa tópica pregunta de ¿qué libro te llevarías a una isla desierta?, sin ninguna duda respondería Cuentos y ultramarinos, porque es infinito como un poema y porque en él está Alejandro.
Y que leí:
Ahí estaba Alejandro, presente en su último libro de cuentos, donde se oye su voz, dijeron varios de los contertulios.
Os quiero recordar que el libro se puede comprar en México, en España estará a la venta solo el día 20 de mayo a las 20h cuando se presente en Casa de América.
Este es el texto que escribí:
Una lectura realizada por Milagros o como poner orden a estos cuentos.
Los ultramarinos eran las tiendas que estaban en una esquina del barrio, a la que nuestra madre nos mandaba para comprar aquello que de repente faltaba en casa. Todo lo podías encontrar, todo. Decenas de estantes en los que los productos más variados permanecían en un perfecto acomodo.
Alejandro me pidió el año pasado que le ayudara a armar este libro de cuentos, cuentos que había escrito a lo largo de su vida, unos publicados, otros inéditos. Tenía muy claro qué cuentos publicar, así que en la selección apenas intervine, pero él no tenía idea de como acomodarlos. Me tocó a mí esa tarea y dos cosas estaban en mi cabeza: lo que había aprendido en la Escuela de Letras, que un libro de cuentos tiene un orden interno, un hilo conductor, una sustancia que lo amalgama y, la otra, el orden casi militar de una tienda de ultramarinos.
Pero lo que Alejandro me puso sobre la mesa eran las piezas más diversas que pudieran imaginarse; trapecios, esferas, rombos, pirámides, cilindros; de una amplia gama de colores rojas, verdes, blancas, negras, naranjas; de densidades distintas, muy distintas blandas, duras, rígidas, maleables, densas; y de formas diferentes agudas, romas, pequeñas, grandes, cortas, largas, breves, extensas. Me pareció casi imposible poner orden a todo aquel caótico material. Ni se me pasó por la cabeza un orden cronológico, Alejandro jamás fechaba sus escritos.
Las sucesivas lecturas hicieron aparecer las similitudes temáticas: historias de viajes, de deseo, del paso de lo cotidiano a lo extraordinario, de la familia, monólogos, metaliteratura, crónicas, etc, así los fui colocando en la estantería de mi pequeño ultramarinos y Alejandro quedó contento.
Aunque ahora, leído y releído, con su uniforme forma de libro, pide a gritos que lo desordenen, abrir por el índice y dejarse llevar por la sugerencia del título, por la extensión del cuento, por el azar que marca el número de la página.
O propondría un nuevo orden; primero el cuento El caracol. Crónica de un comerciante, después dejaría que el azar estableciera la posición de los cuentos intermedios y cerraría con uno de los brevísimos titulado Mascota: Lo malo de este reloj que tengo ahora es que consume demasiado rápido las horas que le pongo.
Esos dos cuentos tratan del tiempo, del disfrute de la observación y, por tanto, del ritmo de la lectura. No se ven los mismos detalles en un paisaje cuando viajas en un tren de alta velocidad que cuando se trata de un regional. En este caso, se pueden leer los nombres de los pueblos, sentir el aleteo de los pájaros, ver como las vacas te miran, responder a las manos que saludan, asomarte un instante a una ventana en la lejanía y que esa visión permanezca en tu memoria.
Y así es la literatura de Alejandro, como viajar en un tren muy lento, y poderse detener en una historia de pasión y muerte, en una propuesta poética para cambiar el mundo, en el sentimiento que un paraguas le producía, en la denuncia de lo sucedido en un barco en alta mar, en los efectos de la quimioterapia sobre su cuerpo. Todo con un denominador común, una prosa magistral, sonora, envolvente, que tanto más se disfruta cuanto más se paladea.
Si ahora me hicieran esa tópica pregunta de ¿qué libro te llevarías a una isla desierta?, sin ninguna duda respondería Cuentos y ultramarinos, porque es infinito como un poema y porque en él está Alejandro.
Y que leí:
Trata de:
Cuentos y Ultramarinos,
en España,
para escuchar
04 mayo 2009
Los días (III)
III
Mis días son infinitamente claros.
(Por supuesto, se sueña con la muerte.)
Pródigos en dolor, en acres ruinas;
pero los días, infinitamente claros.
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
03 mayo 2009
.. en el tratamiento informativo de la gripe A
Imposible no hablar de la gripe A, imposible no darle vueltas a como estará México, ya la mitad de mi vida está allá, si es que puede medirse.
Llevo varios días queriendo enviar un mensaje para contar lo del 20 de mayo en la Casa de América en Madrid, pero con qué cara abrirse un hueco en el peso pesado de la gripe A. ¿Será adecuado? ¿No resultará frívolo? ¿Heriré alguna sensibilidad?.
Tengo que decir que todos los correos que me han llegado de México son absolutamente críticos con el tratamiento de la pandemia, preguntándose y dando respuestas a cuál son los motivos reales para manejar así el asunto. Alguien me dijo, para encontrar la respuesta “sigue la ruta del dinero”, da escalofríos.
Y anoche después de escuchar al secretario de Salud de México, bajó el tono alarmista, me atreví a mandar mi pequeña píldora “sabor a aura”. Imposible no pensar en él. ¿Qué vuelta le hubiera dado?. Adolfo G. desde México me escribe así:
Yo también lo imagino.
Me llegó esta alerta informativa para estos tiempos de aislamiento, y me gustó: Recomienda José María Espinasa "Cuentos y ultramarinos", de Aura, en SDP Noticias
¡Ah! Y lo del 20 de mayo, aquí va:
Llevo varios días queriendo enviar un mensaje para contar lo del 20 de mayo en la Casa de América en Madrid, pero con qué cara abrirse un hueco en el peso pesado de la gripe A. ¿Será adecuado? ¿No resultará frívolo? ¿Heriré alguna sensibilidad?.
Tengo que decir que todos los correos que me han llegado de México son absolutamente críticos con el tratamiento de la pandemia, preguntándose y dando respuestas a cuál son los motivos reales para manejar así el asunto. Alguien me dijo, para encontrar la respuesta “sigue la ruta del dinero”, da escalofríos.
Y anoche después de escuchar al secretario de Salud de México, bajó el tono alarmista, me atreví a mandar mi pequeña píldora “sabor a aura”. Imposible no pensar en él. ¿Qué vuelta le hubiera dado?. Adolfo G. desde México me escribe así:
Querida Milagros, te escribo desde estas tierras tan aisladas, extrañando el sensacional sentido del humor y la oportunidad creativa del buen Alex, me lo imagino inventando algo para hacer más llevadero este aislamiento.
Yo también lo imagino.
Me llegó esta alerta informativa para estos tiempos de aislamiento, y me gustó: Recomienda José María Espinasa "Cuentos y ultramarinos", de Aura, en SDP Noticias
¡Ah! Y lo del 20 de mayo, aquí va:
Trata de:
en España,
en prensa,
ilustrado,
mensajes recibidos
02 mayo 2009
Los días (II)
II
Viene por mí
una columna de lumbre:
gritos, ángeles violentos, soles.
¡Desátame, calandria!
Escúchalo en voz de Marta Aura:
Trata de:
Alianza para vivir,
para escuchar,
poema de Alejandro Aura
01 mayo 2009
.. en estas sorpresivas flores, en el salón
No recuerdo si había florecido anteriormente, ni recuerdo cuando llegó, si fue un regalo, si la compró Alejandro, no tengo memoria de esta planta de elegantes hojas largas y anchas, oscuras y brillantes. Solo sé que Tario o Tirio, nunca sé, estaba inquieto, y eso me hizo acercarme a él, fue entonces cuando las vi, ocultas tras la frondosidad redonda de la maceta. ¡Qué sorpresa! No estaban la semana pasada cuando la regué:
En Madrid, 2009
Y recordé las únicas fotos que hizo Alejandro mientras estuvimos juntos. No le interesaban, “lo que la memoria no retiene no merece la pena ser recordado”, decía.
Pero aquel mes de marzo del año 2004 que viajó solo a México se llevó, quién sabe porqué, la cámara digital que había comprando el año anterior en Nueva York. Le sorprendió el crecimiento de una flor breve en la terraza de Tiépolo:
En México, 2004
Y la fotografió cada día entre el 17 y el 22 de marzo, por la mañana temprano y dos días en la sobremesa.
Quizá quiso retratar el gesto de bienvenida que su jardín tuvo con él.
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