31 mayo 2010

Tambor interno 17



17


Mata de ahogo apetecido.

Detrás de esa última
delgada tela blanca,

la manzana.

30 mayo 2010

en el sueño de hace un año



Arriba en el horizonte, cortando el cielo, desde la ventana de casa de mamá, en la cima de unas escarpadas montañas, una hilera de casas blancas, un pequeño pueblo como una puntilla de enagua decoraba la montaña.
Era la primera vez que la veía desde la ventana de mi casa. Unas nubes como fantasmas con grandes ojos flotaban sobre el pueblito.
Salgo corriendo a buscar mi cámara de fotos, y sí la encuentro enseguida, está dentro de mi bolso. Pero el zoom no aleja tan alto, tan lejos, no consigo enfocar. Las nubes se desplazan hacia la derecha, y llegan otras. Consigo enfocarlas, disparo una y otra vez, ¡las tengo!. Las nubes se elevan y dejan paso a un cuerpo entero de fantasma, tiene pies y manos, corre hacia la derecha, doblemente ligero, por ser nube, por ser fantasma, y en su carrera se voltea a decirme adiós, con su mano de nube, es Alejandro, es una señal de Alejandro, que dice “aunque no esté estoy, amor”.


Fue hace un año exactamente, esta otra despedida, este hola y adiós. Después desapareció de mis sueños por muchos meses.

29 mayo 2010

Tambor interno 16



16


Dos brazos más,
dos piernas,
otro nudo,
dos ojos capaces de mirar
como tus ojos.

28 mayo 2010

.. en Querétaro, una noche con Aura


En la carretera de regreso al DF clavo la mirada en la oscuridad del paisaje, veo el café de La Fábrica, no sé si estuve allí hace apenas un rato, o todavía estoy o nunca estuve, es todo oscuro y claro como el paisaje nocturno que veo pasar, me deslumbran los focos, que no sé si hubo, como ahora me sucede con los cientos de camiones que vienen en sentido contrario, faltaba un mes y medio y ya pasó, me alejo, me voy, me llevo la calidez de los asistentes, con sus múltiples motivos para estar allá y las anécdotas que compartieron de Aura, me llevo el buen hacer de Alonso, me llevo la música del piano, poemas de Alejandro leídos por diferentes voces y los sones de Montepío, que llegaron de lejos para estar muy cerca.
Me agradecieron y dijeron que estuvo muy bien, yo le agradezco a Alejandro que sigue dejando su magia y sus poemas.



Arantza y Cony hicieron las fotos, me sirven para saber que no fue un sueño.

27 mayo 2010

Tambor interno 15


15


Giran.
a muerte, a besos,
se los traga un tiempo
y los devuelve a gritos.

¿En qué rincón de esta casa
los escondes?

Los malditos,
los pájaros ciegos,
los recuerdos.

26 mayo 2010

.. en la rutina del té


Madrid, la casa, me hacen recuperar sin proponérmelo rutinas. Por ejemplo, la de preparar el té que saboreo mientras pongo el pie en el nuevo día. Aparecen los utensilios cuando voy abriendo los armarios de la cocina, los tés que mezclo y las especias: cardamomo, canela, clavo, pimienta y anís estrella. Tanteo las cantidades, escucho el agua para apagarlo justo antes de que rompa a hervir, cronometro los minutos de reposo. Así lo fui perfeccionando y ese cada vez más exquisito sabor era un placer que compartía con Alejandro cada mañana.

Dos veces lo contó en su blog: el 20 de abril de 2007 . Y el 9 de junio de ese año explicó la manera en que el té sobrante servía para unas deliciosas gelatinas: Gelatinas de Riesgo

Así fue el tiempo del cáncer, nos dio para deleitarnos en nimiedades, que quedaron modificadas en su esencia: el placer de las pequeñas cosas.

25 mayo 2010

Tambor interno 14


14


Que venga y que te bese,
que haga en tus ojos remolinos
y en tu vientre
–remolinos de espuma.
Yo voy a estarme quieto.


Qué honda es la garganta de la muerte.

24 mayo 2010

.. en el blanco y el violeta

Aterricé en Madrid, primaveral, cálido, luminoso.
Cuando llegábamos de México sentíamos la casa más blanca que nunca, así como hoy, un blanco abrazo para recibirnos teñido del violeta de las violetas africanas florecidas.

Y fui a buscar las violetas en su blog:

* Las fotografié un cuatro de junio para acompañar un texto que define bien la época del año en la que Madrid está: Cuarenta de mayo.

* Y las encontré en este poema del libro Júbilo: La violeta, donde se marchitan.

* Y la volví a encontrar más adelante con la preocupación de quién ibas a cuidarlas en nuestra ausencia: Esta casa y la de antes.

Las violetas desde hace años están en mi vida como si de ángeles se trataran, así me miraban hoy.

23 mayo 2010

Tambor interno 13


13


No soy yo este que te habla
sino este, todo, que te besa;
este,
prendido, en vuelo,
de tu cuerpo.

Este soy
que, artesano de tu cuerpo,
atónito
enmudece.

22 mayo 2010

.. en las luciérnagas de la otra noche



Llegó Arantza de España a visitarme y paseamos por este país que es día a día un poco más mi territorio. Ella dice México Mágico. Una noche estuvimos en Puruagua, en una hacienda vergel de hace cuatro generaciones, un viaje en el tiempo, con amigos de ahora. En la noche todos vimos las luciérnagas y recordé este texto de Alejandro:

14julio2007: Luciérnagas Lo puedo volver a leer tantas veces como días de vida me queden, y no sé si llegue a abarcarlo.

No pensé en la impensable tarea de fotografiarlas, quizá para que sigan perteneciendo al territorio de lo que se pierde por los pasillos de la memoria, y sí me traje para que no desaparezca de mi recuerdo este detalle de la hacienda:

21 mayo 2010

Tambor interno 12


12


Fuman
en los cafés
deliberadamente.

Y es hermoso verlas:
muchachas de humo.


20 mayo 2010

.. mañana en Querétaro ..

Me escribió Alonso Barrera, que lleva el centro cultural La fábrica, hace más de un mes con la propuesta de organizar en su Café una tertulia en torno a Alejandro Aura. Como ya conozco su buen hacer (aquí narrado) me pareció una excelente idea. Aquí va toda la información para aquellos a los que mañana les quede de camino Querétaro:

"Una noche con Aura"

Bohemia literaria con Milagros Revenga y amigos, en torno a Alejandro Aura y su obra.

Viernes 21 de mayo
Recepción 20:00 hrs

-Moser Café - Kultur
se encuentra en La fábrica
Av. Industrialización 4, Alamos segunda sección.

COVER: $100 pesos, incluye copa de vino
CUPO LIMITADO

Reservación necesaria en info@lafabrica.org.mx



POSTDATA: Y la fecha de hoy se me quedó marcada el año pasado día a día, cuando organizaba la presentación de los libros de Alejandro en la Casa de América en Madrid, que fue el 20 de mayp de 2009, así lo fui contando:

Todo lo que pasó en .. en Casa de América ..

19 mayo 2010

Tambor interno 11


11


Su madre le dijo
que todos los hombres son malos
y ella se me queda mirando

como para purificarme.

18 mayo 2010

EVENTO: Sonetos para cuando ya .. (4)



Continuó el poeta Julio Trujillo:



UN INTERCAMBIO


Sonetos para cuando ya se va uno a morir
De Alejandro Aura

Por Julio Trujillo

El 22 de abril de 2008, un día después de comer largamente con Alejandro Aura y unos amigos suyos de Bélgica (poetas y traductores), en mi oficina me esperaba un correo electrónico del propio Aura cuyo único contenido era un soneto. Decía así:

SONETO DE TRABAJO

¿No quisieras jugar a hacer sonetos?,
son fáciles de hacer en encomienda
pues pones los acentos en tu menda
y verás que no tienen más secretos.

Pueden ser ardorosos o discretos
y tratar pura cosa que trascienda
o ser como envoltorios de la tienda
con pedazos de carne y esqueletos

de alambre y fibra en posiciones locas
o meter en sus huecos filtraciones
de trasuntos de amor que hayas dejado

o les puedes meter lo que no tocas,
lo que no cabrá nunca en tus canciones,
lo que nunca se ha dicho ni soñado.

Era la excusa perfecta para postergar el trabajo de oficina unos minutos y responderle al amigo. Era también motivo de sorpresa: Aura poniéndose el saco de los catorce versos, quién lo diría. Su soneto sigue la estructura clásica ABBA, ABBA, CDE, CDE, con esa especie de acelerón final en los tercetos, que parecen querer huir del corset formal del poema tan sólo para repetirse y consumarlo. Me puse manos a la obra, consciente de que estaba jugando y de que, aunque lo parezca, realmente no es difícil escribir sonetos: lo endemoniadamente complicado es que en ellos haya poesía. Mi respuesta fue la siguiente:

Apenas hoy descubro tu mensaje:
ayer estaba crudo y abatido,
sin ánimo, sin fuerza, sin coraje,
instalado en los brazos del olvido.

Pero hoy estoy mejor, me puse traje
y vine a la oficina relamido.
Acepto el reto: yo no me hago guaje
y escribo este soneto divertido.

De paso te agradezco el banquetazo,
el raro quorum belga-mexicano
y la amistad rociada con mezcal.

Recibe de este cuate un fuerte abrazo
y el gusto de jugar el juego vano
de los sonetos, aunque salgan mal.

Lo que yo pretendía era, además de fraguar un soneto, conversar: meter el anecdotario de un día cualquiera en ese cosmos cerrado que parecería rechazar, por su falsa fama de serio y solemne, los condimentos de la vida misma que no están sancionados como “temas poéticos”. Sabía, además, que mi interlocutor era un maestro de la vulgarización feliz (si me permiten llamarlo de esta manera), probablemente el campeón de la antisolemnidad poética y la travesura lírica. El juego estaba en marcha. Mi soneto responde a la estructura ABAB ABAB CDE CDE, o sea que es un poquito menos clásico (aunque ya el Marqués de Santillana era adepto a ese formato), con esos cuartetos iniciales alternando rimas. No tardó en llegar la respuesta de Aura, que dice así:

SONETO CON CRISTAL

Eso es todo, poeta, bien sencillo,
nada más que recuerda que la rima
por lo menos aquella que se estima
como más luminosa y de más brillo

es aquella que deja en el rabillo
los pareados adentro de la mina
y por fuera, parados en la esquina,
los espejos que más echan cardillo,

y abajo la columna de la copa,
entre más delgadita y más esbelta
más puede presumir de cristalina;

si más desnuda y si con menos ropa
la dejas en los éteres ir suelta,
la verás ser perfecta y ser divina.

Aura proponía una discusión retórica y defendía su formato original, cuyos cuartetos responden al esquema que se conoce como “abrazado”, es decir dos rimas al principio y final de los cuartetos y dos en medio, como si la rima A abrazara a la rima B: ABBA. Él lo explicaba de manera muy plástica: “los pareados adentro de la mina / y por fuera, parados en la esquina, / los espejos que más echan cardillo”. Así que Aura se ponía provocador y me daba una lección (o al menos así lo creí yo en ese momento), ya que mis cuartetos responden a un esquema que se conoce como “cruzado”: ABAB, sin abrazo, pues, pero con trenza y promiscuidad. Esa estructura también se llama “serventesio”, que es una palabra bastante sexy. Ya picado, y sintiéndome muy gallito, le respondí rápido:

Aunque es una estructura arquitectónica
con un procedimiento riguroso,
el soneto es también soltura eufónica
y variabilidad: caldo sabroso.

Un vodka no va mal con agua tónica
pero con tehuacán también hay gozo.
En el soneto hay variación tectónica
y el resultado es a cual más hermoso.

Por eso insisto (no me pongo necio)
en alternar las rimas del cuarteto
por ver nomás qué pasa y a qué sabe.

El tropo tiene un nombre: serventesio,
no es menos clásico ni hay menos reto
y agrega movimientos a esta nave.

Y ahí nos quedamos, por alguna razón Aura ya no me respondió y yo no volví a mencionar nuestro intercambio. Lástima: se estaba poniendo buena la esgrima y era una manera recomendable de atizar la creatividad mientras se cultivaba la amistad. Pero Alejandro siguió escribiendo sonetos incansablemente, y la muerte (o mejor dicho, su inminencia) fue entrando inevitablemente en ellos, sin drama pero con gravedad, sin respuestas pero con preguntas cada vez más afiladas. Ese tirón escritural, que no fue el único, hoy se llama Sonetos para cuando ya se va uno a morir, título que revela de cuerpo entero al poeta Aura y su carencia de pelos en la lengua a la hora de hablar de un tema tan inconcebiblemente cabrón como la propia muerte.

“Vivir no fue cumplir un requisito”, dice por ahí.

Festejo la aparición de este apetitoso libro (que tiene otro verso espléndido que reza: “en una luminosa metafora”, así, sin acento, evidencia del poeta libérrimo y divertido que también fue Aura), que incluye el par de sonetos que hace dos años recibí en mi correo electrónico (ignoro si el autor se los envió a alguien más, a manera de ejercicio colectivo, o sólo a mí) y que demuestra que toda publicación es también una conversación interrumpida pero prolongada en el tiempo. Sonetos para cuando ya se va uno a morir es otra forma de seguir conversando con Alejandro Aura. Muchas gracias.


17 mayo 2010

Tambor interno 10


10


A la danza
que iniciaron
los ancentros.
A la danza
desordenadamente eterna.

La música
la tocamos
los astros
y las plantas,
las bestias,
los encajes
y yo.

Sempiternamente sordos quedarán
los que no vengan.

Bienvenidos los sentimientos
navegantes
y las banderas de todo.

Tú también,
maldito,
bienvenido,
bailaremos
algunos compases juntos
en la danza universal.

Ven,
ama del mundo
culpable del sonido.

Entre algodones de éter
la música no se oye.
Préndete a mis manos redondas
y bailemos
entre la lluvia
y las hojas disecadas.

Sé mi pareja infinita y momentánea
de órbita
en órbita
girando
al ritmo de esta danza.

16 mayo 2010

EVENTO: Sonetos para cuando ya .... (3)



Empezó el poeta Eduardo Vázquez:



Vivir no fue cumplir un requisito


Sonetos para cuando ya se va uno a morir
De Alejandro Aura

Por Eduardo Vázquez Martín


La poesía es una forma fundamental del pensamiento y la muerte uno de los temas centrales de la reflexión humana. Si la química sirve para entender cómo se comporta la materia, la física explica las leyes del universo y la biología describe las formas extraordinarias de la vida y su comportamiento, la poesía revela el asombro original de la conciencia humana ante su propia existencia. La gran pregunta de la poesía la pronunció Hamlet y Tomás Segovia la ha traducido así a nuestra lengua: “Ser o no ser: de eso se trata”.
De estar y dejar de estar se trata precisamente el último libro de Alejandro Aura: una reflexión en verso que nos toma del brazo del poeta, mientras este enfrenta la inminencia de la muerte interrogando su naturaleza para compartirnos sus conclusiones: “Aquí se queda el alma con lo suyo;/ no es que no exista, pero no perdura,/ (…) el cuerpo y el alma son lo mismo.”
El conjunto de sonetos y breves poemas que constituyen este libro no se proponen reconsiderar desde el punto de vista filosófico las ideas aristotélicas, platónicas o tomistas que a lo largo de la historia del pensamiento han ido desarrollando la visión dualista, donde el alma es entendida como el ser mismo en un estado de pureza que sin embargo vive preso en un cuerpo que se corrompe y deteriora, y del cual el alma desea escapar definitivamente para alcanzar la libertad verdadera, que solo es posible si el alma se despoja del cuerpo, es decir tras la muerte de la carne. Pero aún sin proponerse ese trabajo, los poemas parten de aquel sustrato cultural heredado hasta el presente gracias al papel dominante de la teología cristiana, para exponer su punto de vista como ser humano para quien la muerte ha dejado de ser una reflexión sobre los otros, es decir sobre la muerte de los otros, para convertirse en la muerte propia, la de Alejandro Aura.
Si el pensamiento occidental ha recorrido toda la distancia que cabe entre la metafísica religiosa que escinde cuerpo y alma hasta el materialismo que supone la total determinación del deseo o la voluntad a los dictados físicos de la materia y al contexto social en que vivimos, tiendo a pensar que los poemas de Alejandro Aura se inclinan conciente o inconcientemente hacia la filosofía oriental, más bien budista, que asume que todo cambia, que la vida es un constante flujo ininterrumpido, que todo es pasajero y nada permanente. El poeta lo dice a su manera, cuando asegura que el requisito de la vida, de la suya, de su amada vida, es “dar de sí y deshacerse luego”.
Abundan en este libro, como en el que lo antecedió (Se está tan bien aquí), múltiples imágenes a la belleza y fragilidad de la existencia: ante el advenimiento irremediable de la muerte, el poeta se conmueve con las cosas pequeñas, humildes, esas que un día están y sin más, otro día cualquiera, dejan de estar. A mi amigo Alejandro Aura le gustaba imaginarse inmortal e incluso presumía tener ese don, y el carácter maligno y virulento del cáncer que lo mató, le hizo preguntarse en verdad por la inmortalidad, y renunciar a ella. Digo renunciar, porque lo que Aura no hizo, no quiso hacer, es protegerse de la muerte con fetiches metafísicos, con alusiones a la eternidad del alma. Al poeta Alejandro Aura, lo que más le gustaba era la vida y no quiso ni engañarse ni engañarnos con el gastado consuelo del más allá; como todo ser literario le gustaban las narraciones mitológicas y las quimeras, “mas poniendo delante que la vida/ es la única cosa que tenemos”.
El pensamiento poético ha sido capaz de crear maquinarías de gran exactitud formal, capaces de contener una estructura verbal lo suficientemente sólida como para levantar un edificio de catorce pisos, donde los últimos dos o tres peldaños, que son los mas profundos, (porque la poesía se escribe de manera vertical de arriba hacia abajo) tienes dos funciones: rematar la razón de los cimientos (que se apuntalan en los primeros ocho versos), y abrir una ventana hacia otro sitio, un lugar que probablemente tenga que ver con lo cierto, lo descubierto, lo develado, la verdad. En el soneto el cuerpo lo conforman los primeros dos cuartetos, pero el alma se anuncia en el primer terceto, para mostrarse más libre y más ligera entre los últimos versos, donde el lance poético asume los riesgos necesarios para poner fin a la faena.
Alejandro Aura ha querido ceñirse a esta forma arquetípica del arte poético para hablar de la muerte, para mirarla de frente y cuestionar su naturaleza; tal cual como un torero que al final de la corrida, una vez que ha mostrado su maestría con el capote, ha puesto por alto un par de banderillas y a demostrado tener arte y suerte sobre el ruedo, toma por fin la muleta, más corta, más ceñida al cuerpo, y que esconde tras la urdimbre roja la espada que la muerte necesita. Aura perdió la vida, pero nunca el humor, ni las ganas de jugar con las palabras; de manera que sus sonetos son también juguetes verbales: “¿No quisieras jugar a hacer sonetos?” se pregunta, “son fáciles de hacer en encomienda (dice)/ pues pones los acentos en tu menda/ y veras que no tiene más secretos”. En la fecunda obra poética de Alejandro abunda el verso libre (en la medida que son libres los versos de un poeta con agudo oído y conciencia crítica), y no es común encontrarlo ensayando el verso clásico, pero imagino que en esos últimos tiempos que vivió en España, en el barrio de las musas, pared con pared de la casa Lope, en el vecindario que habitaron Cervantes, Góngora y Quevedo, se vio llamado por el barrio de la musas a entrar en la estructura del soneto. Le funcionó bien, pues estas formas petrarquistas son buenas lo mismo para la precisión de la sabiduría que para el ingenio del juego y aún la chanza; sobre todo si se parte del barroco que pulieron sus vecinos, como hizo Alejandro para nuestro placer, y aún en el terrible trance de morirse, quiso cerrarle la puerta a la solemnidad, y olvidó los oscuros paisajes neorrománticos que aburrieron tantas veces a las musas, para recibir a la muerte jugando a poner los acentos en su sitio.
“Ser o no ser: de eso se trata” dice Hamlet, pero más adelante se pregunta si morir es dormir y nada más, o si acaso en la muerte es posible soñar, y si es así, qué sueños pueden visitarnos. En voz de Hamlet Shakespeare dice: “esta es la reflexión que hace/ que la calamidad tenga tan larga vida”. Pero a Aura esta duda no le mortifica, y a las historias de ultratumba las toma con más humor que seriedad, y se refiere a ellas como “las hermosas leyendas milenarias/ que cuentan que cuando uno ya está muerto/ se convierte en remedos transparentes”.
Este libro escrito por Aura cuando sabe que la muerte está muy cerca comienza y cierra con el mismo poema: “Agua”. Es un poema de puro amor al agua, de puro cariño al placer que provoca el elemento: “…agua, qué dicha// tu y yo desnudos/ retozando/bajo el agua//Y ya.” La gran zaga de la poética del agua se hace presente en estos versos. Supongo que Alejandro no estaba pensando en la teoría de Oparin, pero no es necesario tener presente al científico ruso para concluir con él que sí, que en efecto el agua es el origen de la vida, que venimos del agua, que somos agua en constante movimiento, que fluimos como el agua porque estamos hechos de ella y por eso estamos vivos. El agua como principio y fin del libro me confirma que es el amor a la vida y no el miedo o a la muerte lo que hace al poeta Alejandro Aura escapar de los dolores y quebrantos del cáncer para sentarse a escribir estos sonetos, que junto al resto de su obra literaria, social, familiar y amorosa es una afirmación de que “vivir no fue cumplir un requisito”, y que “el riesgo de vivir sigue su rueda,/ toma ésta y toma aquella forma/ pero el cuerpo y el alma son lo mismo.”

15 mayo 2010

Tambor interno 9


9


He visto en la calle
demasiadas cucarachas;
por debajo
la ciudad se está pudriendo.

Las he visto rondar
por donde los turistas
y por donde los policías.
Por donde las nanas
pasean en el carrito
al niño.
Por donde caminan modelando
los vanidosos y los pulcros.

Las he visto,
enormes,
acechando los pies
de los que pasan.

Los que van en automóvil
no se han dado cuenta,
ni los que andan de oficina en oficina
ganando su salario
para comprarse una casita sola,
ni los fatuos
que llevan la vista siempre alzada.

No se han dado cuenta
los que no fijan
con amor
sus ojos
en la calle.

¡Por Dios!
Antes que la ciudad se pudra
sin remedio.

13 mayo 2010

Tambor interno 8


8


Se me clavó la vida
en los sentidos.
No sé cómo.

Callejeando. Callejeando.

He sabido que besar me gusta
enormemente
y que debajo del sueño
está
como raíz
mi cuerpo.


Viene a golpes de hacha
la alegría.

Amé a una niña que jugaba al vacío
dando vueltas.

Ya sé lo que es prenderse de la nada.



Escúchalo en voz de Margarita Castillo:

12 mayo 2010

EVENTO: Sonetos para cuando ya .... (1)


Intenso y mágico. Son los adjetivos para definir lo que sucedió el martes 11 a las siete de la tarde en la casa Refugio de Citlaltepetl en la presentación del libro “Sonetos para cuando ya se va uno a morir”.

Intenso porque las tres lecturas de Vázquez, Trujillo y Espinasa, hicieron que los sonetos de Alejandro tuvieran una nueva dimensión para mí. Hicieron que la muerte adquiriera protagonismo, hicieron que Alejandro estuviera presente en aquellos últimos seis meses en los que utilizó el soneto para quedarse aquí después de su partida. Reviví en esas lecturas lo que no había vivido. Como si el tiempo aquel regresara para cubrirse de una nueva capa de vida. Una capa en la que sí se habla de la muerte, nosotros que vivíamos con ella apoyada en el umbral de la puerta de nuestro dormitorio ya no la veíamos y ayer reivindico ella su protagonismo.

Mágico porque se unió la voz de Margarita Castillo a la tromba de agua que cayó sobre la ciudad. El libro de sonetos, inicia y finaliza con un poema llamado “Agua”, que no es soneto, es un paréntesis, una declaración de la esencia de lo que Alejandro fue, “quiero que ese poema que he estado trabajando en los últimos meses, ese llamado “agua” forme parte del libro de sonetos” me pidió el día que ingresó en el hospital, dos días antes de morir. Y Margarita lo leyó dos veces para darle forma al paréntesis, al inicio y al final, y fue en la segunda lectura cuando el cielo se abrió y el agua cayó sobre la ciudad. La ciudad puso el agua que Alejandro era.


Escúchalo en voz de Margarita Castillo:




Los amigos, siempre los amigos, acudieron a llenar la sala de calidez, también los que no llegaron.

11 mayo 2010

Tambor interno 7



7


Jugábamos con rifles de mentiras
y nos gustaba escribir nuestros nombres
en las banquetas de cemento fresco

No descendemos de buena familia.

Nos parecemos a los gatos pobres,
escondidos en sótanos nacemos
y brotamos maullando en las esquinas.

10 mayo 2010

EVENTO: Sonetos para cuando uno ya ....




No se ve mucho, ni la portada, ni la contraportada, pero el texto que está ahí escrito es del propio Alejandro, lo escribió ese día en su blog:

18may2008: Sonetos y chiles

Después de meses de desgastante tos, en los que ya apenas podía hablar, preparó unos deliciosos chiles rellenos e invitó a los amigos: Kiko y Tina, Óscar y Ana, Tomás y Maria Luisa, Toya. Estaba María Aura que fue quien trajo los chiles de México.
Y en la sobremesa dijo: quiero compartir mis últimos poemas. Comenzó a leer de un tirón, a veces, otras la tos protagónica saltaba en mitad del verso, y yo salí corriendo en busca de mi grabadora. Conseguí guardar para mi futuro su imagen, su voz.

Y mañana, a las siete de la noche en México DF, podremos escuchar su voz y la de Margarita Castillo y la de José María Espinasa, y la Eduardo Vázquez y la de Julio Trujillo. Será un placer compartilo con ustedes y con vosotros.

09 mayo 2010

Tambor interno 6



6


Hablar
nos daba miedo,
preferíamos los gritos atarantados
y el billar.

“¡Ovejas negras
–nos decían–,
vagos!”

Sólo aprendimos a hablar,
sin saber por qué,
cuando en los bailes
nos acercábamos
a los pequeños cuerpos tibios
de las muchachas.


Pero a menudo
nos cortaban la palabra.
(Eva se rió de mi primer poema
y a Lilia
le danban asco las espinillas.)

Nada queríamos entender,
pero es de comprenderse,
nos daban domingo de hambre
y todos los días,
en casa,
preveían nuestro fracaso.

En la escuela,
los más,
no sabíamos bien a bien
lo que estábamos haciendo,
y reprobaban a los faltos de memoria.

Nos daba miedo hablar
pero iniciamos la violencia
en las esquinas;
huimos de las casas paternas,
y ellas,
las muchachas,
se pusieron pantalones.
Los cerebros de algunos
fueron creciendo
a ritmo monetario.
Los jovencitos afeminados
llevan ahora del brazo
a las muchachas decentes
y las madres
esperan que todo se componga.

Otros,
contra eso,
amamos cínicamente.

También hubimos
quienes matamos la esperanza
de los padres.
¡Qué se le va a hacer!
La contabilidad me enferma.
Yo siempre he tenido vocación para el amor.





Escúchalo en voz de Margarita Castillo:

07 mayo 2010

Tambor interno 5



5


Hoy,
el compañero sol
amaneció deslumbrante.

Esos que tienen el cerebro enorme
pero están corazonados en pequeño:

esos,
dictadores,
autodioses,
agiotistas del verbo
embriaguecidos de sapiencia;

esos,
coleccionistas de miedos
envelecidos de respetabilidad;

esos,
depositarios del odio,
se han condenado solos
a no ver nunca
el sol
como yo lo estoy mirando.



Escúchalo en voz de Margarita Castillo:

05 mayo 2010

Tambor interno 4


4


Que no se acabe la especie.
Bate tu tambor para que no se acabe.
Ahora que hemos hecho la luna y el sol a nuestra imagen,
ahora que te di la mano
y supe
y nos besamos.
No dejes, no dejes,
bate tu tambor universal, aúlla.

04 mayo 2010

EVENTO: presentación SONETOS para cuando ya ..

Estos son los datos, para que vayan guardando el próximo martes día 11 a las 19h de la tarde:

SONETOS para cuando ya se va uno a morir,
de ALEJANDRO AURA


Casa Refugio Citlatepetl
Citlaltépec 25 col. Hipódromo Condesa cp 06100. México DF

Intervendrán:
De Ediciones sin nombre: José María Espinasa.
Los poetas Eduardo Vázquez y Julio Trujillo.
Dará vida a los poemas la voz de Margarita Castillo.

Para los que estáis fuera de la ciudad, ya llegará el libro, para los demás será un placer encontraros. Un abrazo, Milagros..

03 mayo 2010

Tambor interno 3



3


Mi corazón
tiene un rincón
estrangulado,
un hueco alado.

Un niño flama se desprende,
se asoma al universo,
se intimida
y arde.

Ahora todo yo estoy de lumbre:
mi cuerpo paloma y lumbre,
satán y lumbre,
carne y lumbre

Acuarela.
Gata.
Te contemplo.

02 mayo 2010

Tambor interno, dedicado a Octavio





Me escaneó y envió Octavio, desde Colima, páginas de su ejemplar de Tambor Interno. Octavio fue el primer amigo de Alejandro al que conocí y esta dedicatoria me recuerda su larga y entrañable relación, me hace sonreír.

01 mayo 2010

Tambor interno 2



2


No aprendimos a amar en el jardín
sino en la calle.
Y el amor,
en nosotros,
es protesta.

El tiempo me camina por las calles
en tu nombre
y algo me crece del tamaño de un tambor
entre la carne.

El tambor me hincha la lengua
y tu nombre se agolpa
en el poema.

Acuarela, conviértete.
Hazte nervio central de mi protesta.



Escúchalo en voz de Margarita Castillo:

Escuché en radio UNAM al azar un poema de Alejandro en la voz de Margarita Castillo, y, me quedé de piedra, o de agua, o de luz del cielo al atardecer, me quedé extraña, me quedé diferente, me quedé un poco otra.

Ahora por fin llegó Tambor Interno y, por fin, puedo compartir su voz, en los cuatro poemas que están disponibles en DescargaUNAM. Su voz la encuentras en muchos otros textos de esa excelente página que da vida a los textos en papel.