12 mayo 2010

EVENTO: Sonetos para cuando ya .... (1)


Intenso y mágico. Son los adjetivos para definir lo que sucedió el martes 11 a las siete de la tarde en la casa Refugio de Citlaltepetl en la presentación del libro “Sonetos para cuando ya se va uno a morir”.

Intenso porque las tres lecturas de Vázquez, Trujillo y Espinasa, hicieron que los sonetos de Alejandro tuvieran una nueva dimensión para mí. Hicieron que la muerte adquiriera protagonismo, hicieron que Alejandro estuviera presente en aquellos últimos seis meses en los que utilizó el soneto para quedarse aquí después de su partida. Reviví en esas lecturas lo que no había vivido. Como si el tiempo aquel regresara para cubrirse de una nueva capa de vida. Una capa en la que sí se habla de la muerte, nosotros que vivíamos con ella apoyada en el umbral de la puerta de nuestro dormitorio ya no la veíamos y ayer reivindico ella su protagonismo.

Mágico porque se unió la voz de Margarita Castillo a la tromba de agua que cayó sobre la ciudad. El libro de sonetos, inicia y finaliza con un poema llamado “Agua”, que no es soneto, es un paréntesis, una declaración de la esencia de lo que Alejandro fue, “quiero que ese poema que he estado trabajando en los últimos meses, ese llamado “agua” forme parte del libro de sonetos” me pidió el día que ingresó en el hospital, dos días antes de morir. Y Margarita lo leyó dos veces para darle forma al paréntesis, al inicio y al final, y fue en la segunda lectura cuando el cielo se abrió y el agua cayó sobre la ciudad. La ciudad puso el agua que Alejandro era.


Escúchalo en voz de Margarita Castillo:




Los amigos, siempre los amigos, acudieron a llenar la sala de calidez, también los que no llegaron.

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