Aterricé en Madrid, primaveral, cálido, luminoso.
Cuando llegábamos de México sentíamos la casa más blanca que nunca, así como hoy, un blanco abrazo para recibirnos teñido del violeta de las violetas africanas florecidas.
Y fui a buscar las violetas en su blog:
* Las fotografié un cuatro de junio para acompañar un texto que define bien la época del año en la que Madrid está: Cuarenta de mayo.
* Y las encontré en este poema del libro Júbilo: La violeta, donde se marchitan.
* Y la volví a encontrar más adelante con la preocupación de quién ibas a cuidarlas en nuestra ausencia: Esta casa y la de antes.
Las violetas desde hace años están en mi vida como si de ángeles se trataran, así me miraban hoy.
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