17 mayo 2010

Tambor interno 10


10


A la danza
que iniciaron
los ancentros.
A la danza
desordenadamente eterna.

La música
la tocamos
los astros
y las plantas,
las bestias,
los encajes
y yo.

Sempiternamente sordos quedarán
los que no vengan.

Bienvenidos los sentimientos
navegantes
y las banderas de todo.

Tú también,
maldito,
bienvenido,
bailaremos
algunos compases juntos
en la danza universal.

Ven,
ama del mundo
culpable del sonido.

Entre algodones de éter
la música no se oye.
Préndete a mis manos redondas
y bailemos
entre la lluvia
y las hojas disecadas.

Sé mi pareja infinita y momentánea
de órbita
en órbita
girando
al ritmo de esta danza.

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