Hacía tiempo que quería contar, y estaba esperando a que llegara su aniversario, de la foto que elegí para mi perfil en este blog, intencionadamente borrosa, intencionadamente feliz.
La tomó Valentina Siniego la noche de Max Estrella que se celebra en Madrid los 26 de marzo, una serie de estaciones siguiendo los pasos de ese personaje de Valle Inclán. Era el año 2002, había invitado el Círculo de Bellas Artes al director del Instituto de México en España (IME) a participar. Él me leyó el texto y me dijo:
- ¿No crees que es una babosada?, ¿se lo tomarán bien?, nadaba Alejandro entre su respeto-aberración a lo académico y su no manejar aún lo español.
- Por supuesto, te aseguro que les encantará lo ligero, ese anédocta de Valle-Inclán que no creo que nadie conozca.
Caminamos junto a Alfonso Guerra que leyó en la estación previa, y dio el testigo a Alejandro. Fue un éxito, el texto y la excelente lectura de Alejandro, que se incrementó cuando comenzaron a circular vasitos de tequila entre el público que ya estaba en la penúltima estación del recorrido. Es el momento que recoge la foto:
Agradezco que Valentina fotografiara mi felicidad. Valle Inclán, Alfonso Guerra y Alejandro Aura reunidos en una noche, ¿se puede pedir más?.
V NOCHE DE MAX ESTRELLA, ESCAPADA A MÉXICO.
Por Alejandro Aura
Me cuenta el poeta Eduardo Vázquez Martín una anécdota de Valle Inclán que me entusiasma para transmitírsela a ustedes en este peregrino ejercicio de la V Noche de Max Estrella, organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y corro a buscar en los libros la certificación, que por supuesto no existe. Pero como la anécdota es luminosa, se las cuento: Valle Inclán se encuentra en México, probablemente en las Fiestas del Centenario, con el mexicano José Juan Tablada que, siguiendo las búsquedas de los franceses y sus reminiscencias orientales, incursiona en los paraísos artificiales, e introduce al gallego en el preciosismo imaginativo de la mariguana, a la que tanto chiste le encuentra que en su viaje de regreso a España rellena un colchón con la creativa yerba y duerme sobre ella durante la travesía del Atlántico sin que la aduana, que entonces no se fijaba en esas minucias, impidiera el ingreso a España del alucinante colchón que abasteció de risas, libertades y metáforas a don Ramón y a muchos otros escritores de la época, amigos suyos, durante un buen tiempo; para que se vea cómo las influencias literarias cogen caminos ineluctables.
Pero las fechas no coinciden; en 1893 estuvo por primera vez Valle-Inclán en México durante un año, y aunque según Guillermo Sheridan regresó como invitado especial a las Fiestas del Centenario, según Luis Mario Schneider sólo volvió a la ciudad de México en 1921; en todo caso, en ese año, don Ramón declara al diario El Universal: "Debo a México, indirectamente, mi carrera literaria... Mis padres allá en España querían que yo me recibiese de abogado... esa carrera espantosa a la cual no tenía ninguna inclinación... Me trasladé a México con el dinero que me dieron para recibirme y aquí empecé a seguir mi propio camino, es decir, el literario, no sin antes haber pasado por algunas vacilaciones, ya que solicitaba también muy poderosamente a mi espíritu la carrera de las armas."
Qué mejor motivo para esta estación del Madrid de Max Estrella que recalar en el Salón México, en la embajada del país que tan útil fue, según sus propias palabras y las anécdotas de los amigos, a la vida y a la obra de don Ramón del Valle-Inclán y muy posiblemente a buena parte de la literatura española de su generación. Gracias por acompañarnos.
La foto es hermosa y me habia preguntado porque era tan difusa, pensé que estaba editada para ello. Gracias por su historia, por la versión completa de la foto, y por su historia y la anécdota de Valle Inlcán.
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