Hoy estuve con los hijos de Alejandro, y resulta que está y no está, son tan diferentes, pero quedan rastros, mandíbulas, manos, gestos, perfiles.
Vi a todos, Pablo, Juan, María. Incluso a Cecilia.
Quizá todavía me quede algo que aprender, algo que aportar. Soy consciente. Miro el atardecer y soy prudente como el árbol.
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