12 febrero 2010

.. en este talismán


La muerte de Esther no sólo me recuerda a Alejandro por la muerte misma, también por el pasado común que ahora va y viene en mi cabeza como bola de billar.

Escribí “Esther columna” porque eso fue ella en la época del cáncer, fue una de las dos personas que llegaron a mi vida, a través de Alejandro, en 2004 y que se convirtieron en columnas de mi mundo cuando en julio de 2005 le detectaron el cáncer.

Ayudaron a mi fortaleza, a mi estabilidad, a no sentirme en el desasosiego de la intemperie cuando el viento arrecia. No eran amigos, pero la intensidad en el encuentro, quizá empatía, quizá sentir la misma materia que te construye, quizá que nos habíamos conocido en vidas pasadas como se atrevió a decir Esther; lo que fuese, esa comunidad inmediata con un desconocido que te hace desprenderte por un instante de la íntima sensación de soledad existencial, hizo que se convirtieran unos meses después en pilares de mi vida.

Y Esther, creyente, mandó este talismán sobre el que durmió Alejandro, ateo y agradecido a las creencias de otros, durante los años de enfermedad:

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